No hay mucho que decir sobre el anunciadísimo fracaso del virrey Alfredo Castillo.
Desde que Castillo se hizo cargo de la gubernatura, perdón, de la seguridad en Michoacán, advertimos que estaba dando “palos de ciego” en su lucha-combate-cruzada contra la delincuencia organizada. Cada día que pasaba, era más evidente que los únicos que verdaderamente estaban organizados eran los criminales.
La mejor prueba de que los funcionarios federales no lograron distinguir entre los buenos y los malos fueron las autodenominadas autodefensas michoacanas. En un primer momento, recibieron por parte del gobierno el trato de aliados, hasta que alguien se dio cuenta de que, en realidad, eran tan malos como los más malos… y no supieron qué hacer con ellos.
De los “palos de ciego”, Castillo pasó al “ya me hice bolas”. Se empezó a hacer como el queso Oaxaca por ahí de mediados del año pasado, primero por su inútil afán de presentarse como un simple “comisionado”, cosa que siempre estuvo muy lejos de ser, ya que en la realidad el gobierno federal le dio más poder que el que tenía cualquier gobernador.
En segundo lugar, porque la “estrategia” que encabezó para exterminar al crimen organizado y devolver la seguridad a Michoacán, fue desorganizada y fallida. En tercer lugar, porque el tiempo se encargó de evidenciar el enorme error cometido por el gobierno federal que no supo manejar adecuadamente la presencia de las “autodefensas”, irregulares e incontrolables grupos armados al margen de la ley, sin más freno que la voluntad de sus líderes. Si a lo anterior se agregan los “cantinflescos” discursos y declaraciones de Castillo, el panorama no podría ser peor para el gobierno de Enrique Peña Nieto y, sobre todo, para la sociedad michoacana.
Hace ocho meses advertimos en esta columna: No está lejano el día en que ese engrudo acabe transformado en una pegajosa y gigantesca pelota que al rodar cuesta abajo aplastará a los funcionarios que están convencidos -ingenuamente- que tienen todo bajo control en Michoacán.
En agosto pasado comentamos: Si el comisionado Alfredo Castillo sigue amedrentando a todos aquellos que no estén de acuerdo con su estrategia de combatir a la delincuencia organizada y desorganizada, e insiste en sospechar que varios presidentes municipales y otros funcionarios de Michoacán colaboran con los narcos, hasta que no demuestren lo contrario, el estado podría correr el riesgo de ser el “Waterloo purépecha” de Enrique Peña Nieto.
Hoy, después de la renuncia, remoción, despido… del comisionado Castillo, tal vez lo mejor para la salud de la República, sería que el gobierno no le entregue un premio en forma de otro puesto público, sino que le dé una beca para estudiar, por ejemplo, la lengua swahili en Tanzania. ¡Sería más barato y menos dañino!
AGENDA PREVIA
En su intento por recuperar la gubernatura de Sonora, el priismo del estado “va a echar toda la carne al asador”. Hay quienes dan como un hecho que la senadora Pavlovich es la buena. Sin embargo, los que saben afirman que Antonio Astiazarán, actual diputado federal, es el único que tiene los tamaños para arrebatarle al PAN el gobierno de Sonora. Dicen que además de ser conciliador sabe sumar.
En el marco de las actividades de la 45 reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el ex Presidente del Estado de Israel, Shimon Peres, expresó el interés de la comunidad empresarial de su país por las reformas estructurales impulsadas en México por el presidente Enrique Peña Nieto, y por explorar las nuevas oportunidades de inversión que se deriven de estos cambios estructurales. Peres sostuvo una reunión con el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal, quien acudió al Foro con la representación del Presidente Peña Nieto; y con la Secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu.