Berlín. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, marcó este jueves un antes y un después en la historia de la eurozona al anunciar un programa de compra de deuda grande, complejo y controvertido, que persigue conjurar la deflación y reactivar la economía de la eurozona.

 

La primera medida de expansión cuantitativa del BCE tras siete años de crisis, que inyectará 60 mil millones de euros al mes durante al menos año y medio, persigue la cuadratura del círculo.

 

El programa busca aliviar las penalidades de los países en crisis y a la vez cumplir con las expectativas de los mercados financieros y satisfacer ciertos mínimos de los más críticos, liderados por Berlín.

 

Los primeros, que llevan años demandando medidas similares a las que estaba tomando la Reserva Federal en Estados Unidos, van a ver descender la presión sobre su prima de riesgo, como ya ha sucedido de manera inmediata tras el anuncio en los casos de España, Italia y Francia.

 

Además, es muy probable que la expansión monetaria conlleve una notable depreciación del euro frente a otras divisas -algunos expertos especulan con la posibilidad de alcanzar la paridad con el dólar-, lo que mejoraría de forma artificial la competitividad de los países del euro y animaría sus exportaciones.
Por su parte, el riesgo de deflación, el motivo inmediato de la decisión del BCE, sería abortado, sin que a corto y medio plazo se pueda entrever el riesgo de que se desboque la inflación, afirmó Draghi en una rueda de prensa frente a las críticas en este sentido de los detractores del programa.

 

Los mercados financieros celebraron por todo lo alto las palabras de Draghi, sumando nuevas subidas a los repuntes acumulados en las últimas semanas, cuando los inversores ya anticipaban este movimiento del BCE.