No deja de ser irónico que los padres de los 43 estudiantes secuestrados y asesinados por órdenes del alcalde perredista José Luis Abarca y su esposa no hayan volteado sus críticas hacia el perredismo y que el gobernador perredista con licencia Ángel Aguirre esté imponiendo a su hijo como candidato a la alcaldía de Acapulco

 

Hay de hijos a hijos, pero también de padres a padres. La estrategia de los padres de los 43 radica en no reconocer ninguna información oficial y extender la crisis hasta después de las elecciones legislativas de junio de este año, luego llevar el asunto a tribunales internacionales y más tarde concretar una asociación política.

 

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Las razones de los padres de los 43 son variadas pero en algo tienen razón: fue un crimen sistémico y un crimen del Estado, pero no de todas las instituciones sino del PRD como parte del tramado institucional del sistema y del Estado. Sin embargo, hoy se completan cuatro meses del secuestro y posterior asesinato de 43 normalistas y es la hora en que sus padres sólo acusan al gobierno de Peña Nieto.

 

Lo grave del asunto radica en el hecho de que el alcalde perredista José Luis Abarca ya ha sido consignado legalmente por el secuestro y los policías municipales de Iguala han sido arrestados, pero los padres de los 43 quieren que renuncie el Presidente de la República cuyo partido no gobierna ni en Guerrero ni en el municipio de Iguala.

 

Y más grave aún es el hecho de que la estructura de poder municipal en Iguala aún sigue bajo control de la familia Abarca-Pineda, pues su hermano, su hija y su yerno continúan operando los hilos del gobierno municipal, sin que el PRD haya pensado en una limpia institucional.

 

Lo que queda claro es que los padres de los 43, dirigidos por Felipe Cruz, tío de uno de los secuestrados y vinculado al EPR y a los maestros disidentes, son quienes fijan la agenda política con un posicionamiento mediático permanente y más activo que el gobierno federal. Y que Cruz es también el enlace con la dirigencia chuchista del PRD.

 

La complicidad de los padres se completa con la versión difundida por El Financiero que reveló que el alcalde Abarca dijo haberle pagado dos millones de pesos a Jesús Zambrano por la candidatura a la alcaldía y Abarca fue, con todas las pruebas confirmadas, quien dio la orden de detener y asesinar a los 43 normalistas.

 

En este contexto, el grupo de los padres de los 43 normalistas es un movimiento con redes de interés político con el partido-movimiento de López Obrador vía Lázaro Mazón y más aún los padres de los 43 son el brazo político del PRD. Mientras los padres no enfrenten al PRD por la representación política de Abarca y su esposa, sus movilizaciones carecerán de valor social y quedarán sólo en acciones de desestabilización anarquista antisistema y anti PRI.

 

El movimiento de los padres de los 43 tiene ya articulación orgánica con los maestros de Guerrero que secuestran autobuses, cierran carreteras y extorsionan en las casetas de autopistas, con la guerrilla del EPR y con los radicales de la Sección 22 de maestros de Oaxaca y ya se articularon también al movimiento de protesta del Politécnico.

 

Pero queda el dato mayor de que los padres de los 43 secuestrados han decidido sacrificar a sus hijos en el altar del PRD. Si el secuestro y asesinato de los 43 normalistas fue el Tlatelolco del PRD, sólo hay que recordar que las primeras acusaciones de los estudiantes luego del 2 de octubre no fue contra el Estado sino directamente contra el PRI.

 

Al final, a los padres de los 43 no les interesa ya el destino de sus hijos sino que se han dedicado a usarlos en contra del sistema y del Estado pero no del PRD, aunque funcionarios estatales y municipales del PRD aparezcan como los responsables directos del secuestro y asesinato de sus hijos.