CHICAGO.  Un juez federal sentenció el martes a dos hermanos mellizos a 14 años de prisión por dirigir una banda de narcos en América del Norte por valor de casi dos mil  millones de dólares. El magistrado redujo significativamente sus sentencias en recompensa por cooperar en los juicios a Joaquín El Chapo Guzmán y otros líderes del cártel mexicano.

 

Pedro y Margarito Flores, de 33 años, fueron caracterizados por la fiscalía como los informantes narcos más valiosos en la historia. El juez Rubén Castillo calificó a los mellizos idénticos como los mayores narcotraficantes que comparecen ante su tribunal.

 

“Aunque no voy a sentenciarlos a cadena perpetua, ustedes saldrán de aquí con una sentencia de por vida”, les dijo el juez, quien agregó que tendrán que protegerse el resto de sus vidas por temor a la venganza. Una vez que salgan de la prisión, “cada vez que arranquen su automóvil se preguntarán si estallará”.

 

Los mellizos formularon declaraciones por separado.

 

“Estoy avergonzado y arrepentido”, dijo Margarito Flores al juez. “No hay excusas”.

 

Por su parte, a Pedro se le quebró la voz al disculparse y también manifestó agradecimiento. “Deseo agradece a Estados Unidos (y los agentes federales) por darme la oportunidad de no pasar el resto de mi vida en prisión”, afirmó.

 

Por motivos de seguridad, los dos se declararon culpables de un cargo de asociación ilícita con fines de narcotráfico en una audiencia a puertas cerradas en 2012. El martes fue su primera presentación en público desde que empezaron a revelar sus secretos hace seis años.

 

Si no cooperaban, los fiscales dijeron que los mellizos habrían enfrentado casi seguramente cadena perpetua. Pero el gobierno solicitó una sentencia de unos 10 años y no más de 16 al señalar que “su cooperación permitió instruir de cargos a Guzmán y otras 50 personas”. Su padre, Margarito Flores padre, parece haber pagado la cooperación de sus hijos con la vida. Fue secuestrado en México en cuanto se difundió la noticia sobre la cooperación de sus hijos, según documentos del gobierno.

 

Después de informar a los agentes estadunidenses en 2008 que deseaban ser informantes con la esperanza de recibir sentencias menos duras, los hermanos siguieron en contacto con líderes narcos durante meses, a veces grabando sus conversaciones.

 

Su negocio delictivo era tan provechoso que los mellizos, que ostentaban alhajas y manejaban Maseratis, contrataron personal de tiempo completo para que contara la ola de dinero que recibían. Para fines de la década pasada habían enviado de contrabando a México unos mil 800 millones de dólares, dijeron los fiscales.

 

Los mellizos ascendieron en la jerarquía de la organización narco. Sólo después que los dos huyeron de Chicago a México en 2004, al parecer temiendo su arresto tras una instrucción de cargos en Milwaukee, empezaron un ascenso meteórico. A mediados de 2005 se reunieron con Guzmán en el reducto montañoso de éste para hacer tratos, dice la acusación.

 

Los dos manejaban su operación estadounidense desde un rancho en México, donde daban órdenes por teléfono. Su red se extendía desde la central de Chicago hasta Nueva York, Detroit y Washington DC, además de Los Angeles y Vancouver.

 

GH