Ascenso de partidos políticos monotemáticos: Syriza contra el austericidio; Frente Nacional contra la inmigración; UKIP contra la Unión Europea; Movimiento 5 Estrellas contra los partidos políticos; Podemos contra la casta.
Resquebrajamiento de las agrupaciones políticas de amplio espectro clientelar: del Partido Socialista francés al Partido Popular español; de Nueva Democracia (y por supuesto el Pasok) al demócrata italiano; de los tories al democristiano alemán. Todos cansados por anquilosados. Agotados por anclarse en las aguas tranquilas de la retórica.
En el siglo pasado la comodidad de la victoria ocurría desde el centro ideológico. Ahí se ganaban y perdían elecciones; el riesgo iniciaba al viajar a las antípodas. El siglo XXI cambia la geometría.
Los partidos monotemáticos son minimalistas, su estética conecta con las cohortes generacionales del tiempo real. Imposible agotar el periodo de gobierno. Elecciones ya. Responden (los partidos) en tiempo real o comienza la revolución tuitera hoy por la noche.
Las masas han utilizado a las redes sociales para mutar del estadio oclocrático al solipsista. En el “yo tuiteo” subyace el nuevo poder narcisista.
Alexis Tsipras, el gobernante griego mas joven en los últimos 150 años, es el hashtag de la política del tiempo real. Su logro: fisurar el paradigma Merkel.
François Hollande lo intentó y no pudo. Rajoy lo intentó y fracasó.
El Hollande de hoy es la segunda versión del Hollande de ayer. Su fracaso le obligó a llevar a Manuel Valls a la primera línea de batalla (ideológica con el propio Hollnade). Socialista de derecha, Manuel Valls planteó una pregunta al estilo Papandréu minutos antes de su final infeliz. ¿Qué les parece si le cambiamos el nombre al Partido Socialista? Si Sarkozy lanzó una granada de descrédito al 68 parisino, Valls le dijo a Hollande que lo mejor es olvidar a su partido. Fue un cambio de avión en el aire.
Tsipras sabe que Grecia está hipotecado y su futuro depende del Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (los tres, reconocidos como unidad de gobierno en la troika); que su deuda pública equivale al 170% de su PIB y que la quita (como la de México a Cuba) no ocurrirá aunque sabe que una parte de la escandalosa deuda de 220 mil millones de euros algún gobernante la tendrá que pagar dentro de 30 años.
Antoni Samarás fue mal asesorado. Su campaña fue sustentada en el miedo, y sabemos que la esperanza vende más que el apocalipsis. Sobre todo, con un Samarás proveniente del siglo pasado y lo que ello significa: un partido, el Nueva Democracia, sin credibilidad, es decir, Vieja Democracia.
Algo más. Al inicio de su gobierno, en el 2012, Samarás prometió bracear a contracorriente de la troika. Fin de la historia.
Syriza se ha convertido en un referente en Europa. Rajoy asegura que lo mejor es no jugar a la ruleta rusa; el problema va más allá del mortal juego. Se trata del costo-beneficio. Cuando 50% de los jóvenes no tiene trabajo, como ocurre en Grecia y España, el costo de aventurarse en la esperanza de Syriza o Podemos es en muchos casos inexistente.
Bienvenidos a la era de los minimalismos políticos donde el diseño del concepto es más importante que la ideología.
Adiós a los centristas. En los saldos griegos, Pasok y Nueva Democracia. Es el tiempo del potaje explosivo, donde los extremistas izquierda y derecha se saludan de mano civilizadamente.
El Che y Hitler brindando con un tino Petrus rebajado con Coca Cola.