TOKIO. Japón volvió hoy a vivir una jornada de tensa espera al cumplirse el nuevo plazo de 24 horas dado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) para ejecutar a un periodista nipón si no se cumplía la demanda de liberar a una extremista detenida en Jordania.
Los japoneses y su Gobierno pusieron todas las esperanzas en la capacidad de negociación de Jordania, al que el Estado Islámico le pide la entrega de la iraquí Sayida Al Rishawi a cambio de la vida de Kenjo Goto y el piloto jordano, Muaz Kasasbeh.
Se trata del segundo ultimátum dado a Japón por los yihadistas después de que la semana pasada fijara un plazo de 72 horas al Ejecutivo para pagar 200 millones de dólares y salvar así la vida de Goto y otro ciudadano nipón, Haruna Yukawa.
El EI anunció el pasado sábado la ejecución de Yukawa, de 42 años, pero mantuvo al periodista con vida para seguir negociando.
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, volvió hoy a comparecer ante los medios y fue tajante al calificar la nueva amenaza de los yihadistas como “infame” e insistió en su “indignación”.
“Siento una profunda indignación por este acto de extrema vileza y lo condeno”, aseguró Abe tras la enésima reunión de emergencia de su Gabinete en la última semana.
Tanto desde Tokio como desde Ammán, donde el Gobierno nipón puso la semana pasada en marcha un grupo especial de trabajo para lidiar con la crisis, las autoridades niponas han mantenido en todo momento una postura invariable: Japón coopera de manera estrecha con Jordania para liberar a los rehenes de ambos países.
Mientras, la prensa nipona y jordana aseguran que el Ejecutivo de Ammán está llevando a cabo negociaciones secretas con el Estado Islámico para intentar llegar a un acuerdo sobre un posible canje de presos.
En este sentido, todos los analistas en Japón sostienen que la pelota para la resolución de esta complicada situación se encuentra en el tejado de las autoridades de Jordania, que son las que tienen la capacidad de liberar a la extremista iraquí.
Medios jordanos apuntaron que EI habría propuesto a Ammán un intercambio “2+2”, que consistiría en liberar al piloto y al periodista a cambio de Al Rishawi y también de otro yihadista condenado en 2008 por las autoridades jordanas.
En Tokio, mientras se acercaba la hora del fin del ultimátum, que se ha fijado alrededor de las 23.00 hora local (14.00 GMT), la madre del periodista en manos de EI volvió a hacer un llamamiento angustiado para pedir la liberación de su hijo.
Junko Ishido, de 78 años, optó en medio de la cuenta atrás enviar un documento al primer ministro nipón en el que apela a sus esfuerzos junto al Gobierno jordano para salvar la vida de su hijo, al que dijo “le queda poco tiempo”.
“Por favor, salven a Kenji”, volvió a pedir Ishido, como ya hiciera el pasado 23 de enero tras difundirse el primer video en el que el EI amenazaba la vida de Goto y el también japonés Haruna Yukawa, ejecutado por el grupo yihadista.
Además, coincidiendo con el fin del ultimátum se celebró una concentración en la residencia del primer ministro en Tokio para exigir la liberación del periodista freelance que congregó a unas 150 personas.
Los asistentes exhibieron pancartas con el lema “I am Kenji” (“Yo soy Kenji”) en japonés y en árabe, el mismo mensaje empleado por una campaña lanzada en las redes sociales.
Goto, a diferencia de su compañero de cautiverio que acabó supuestamente siendo ejecutado, ha conseguido despertar la compasión de los japoneses.
El rehén ha inspirado una campaña como la que se puso marcha en solidaridad con la revista satírica francesa Charlie Hebdo tras el reciente atentado de París, invita a colgar una foto con un cartel con dicho mensaje y hoy sumaba más de 34.000 seguidores.
Goto, de 47 años, se había desplazado al territorio sirio controlado por el EI a comienzos del pasado octubre con la intención de cubrir el conflicto sobre el terreno y para tratar de mediar en el secuestro de Yukawa, a quien conoció personalmente en el país árabe y que permanecía cautivo desde el pasado agosto.
Este periodista freelance, casado y padre de un hijo, se había especializado en reportajes sobre refugiados y niños afectados por los conflictos armados y también había colaborado con UNICEF y trabajado como voluntario en las regiones niponas más castigadas por el tsunami de 2011. DM