Primero, hace cuatro meses, el secretario de Hacienda lo negó. Después, a principios de enero, José Ángel Gurría Gurría dijo que “era muy pronto para tirarse al piso”. La semana pasada, el secretario de Energía salió a decir que ahí venía. Más tarde, mandaron al gobernador del Banco de México a anunciar que estaba cerca, muy cerca. Finalmente, el viernes la Secretaría de Hacienda anunció lo que llamó “medidas de responsabilidad para mantener la estabilidad”, que no es otra cosa que un ajuste al gasto público de las dependencias del gobierno federal.

 

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La autoridad hacendaria argumenta: El entorno económico internacional desde finales del año pasado, presentó un deterioro significativo debido a los siguientes factores: La drástica caída en el precio del petróleo; la volatilidad financiera asociada al inminente incremento en las tasas de interés en Estados Unidos y la desaceleración de la economía global.

 

No obstante lo anterior y gracias a Dios, perdón, al manejo responsable de las políticas fiscal y monetaria, así como a las acciones que ha llevado a cabo el gobierno federal, las finanzas públicas se encuentran en una posición sólida para enfrentar este entorno de volatilidad durante 2015. (El mismo rollo de hace varios meses).

 

Sin embargo, el futuro de los precios del petróleo es tan negro, que la Secretaría de Hacienda se ha visto en la penosa necesidad de hacer una “reingeniería” al interior de la administración pública federal para la elaboración del Presupuesto de Egresos para el ejercicio 2016. Y abunda que el propósito de este ejercicio es abandonar la práctica de elaborar el presupuesto sobre una base inercial; es decir, tomar el presupuesto del año anterior y simplemente agregar o quitar programas. En su lugar, se llevará a cabo un ejercicio de fondo para mejorar los procesos administrativos, optimizar las estructuras, y, en su caso, eliminar programas o unidades administrativas del gobierno que presenten duplicidad, y a la vez privilegiar los proyectos de inversión cuyos beneficios lleguen a un mayor número de mexicanos.

 

¡Pues eso debieron haber hecho antes de enviar el presupuesto del 2015!, exclaman algunos analistas.

 

Ni modo, como “ya regaron el tepache”, el gobierno de la República determinó, de conformidad con lo establecido en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH), ajustar el gasto público a partir de este mismo ejercicio, previendo un entorno adverso en los siguientes años.

 

Los funcionarios de Hacienda optaron por un recorte de 124 mil 300 millones de pesos, monto que representa el 0.7% del PIB. Este monto incluye ajustes de 62 mil millones pesos en Pemex y de 10 mil millones en CFE de acuerdo con lo que estos organismos han informado a esta Secretaría.

 

¿O sea que el 1% extra que iba a crecer el PIB con las reformas ya se esfumó?, preguntan los analistas bisoños.

 

Como suele suceder en todos los recortes que se han implementado, se afirma que se reducirá el gasto en servicios personales, el gasto de operación, así como programas de subsidios. Se implementarán medidas de austeridad y disciplina presupuestaria, destacando: reducción de 10% en la partida de sueldos y salarios para mandos medios y superiores; disminución de 10% del gasto en plazas de carácter eventual y por honorarios; se restringe la creación de plazas; reducción de 10% en el gasto destinado a comunicación social; se ajusta la meta de Transición Digital Terrestre de 13 millones a 10 millones de televisores, y una menor meta de crecimiento en el Programa de Adultos Mayores.

 

El recorte alcanzó también al proyecto del cuestionado tren de alta velocidad México-Querétaro que se suspendió in-de-fi-ni-da-men-te, y al ferrocarril transpeninsular Yucatán- Quintana Roo que se canceló definitivamente. Los catastrofistas pronostican que habrá otro recortito este mismo año, después de que las elecciones. ¡Que la boca se les haga chicharrón!, les responden los funcionarios del gobierno.