Victoria Sahores creó al “señor del abrigo interminable” en su estudio de Madrid, con cuatro focos que hacían que las gafas le resbalasen por el sudor. Lo que surgió como un proyecto académico le ha valido la nominación al mejor corto de animación en los Premios Goya, algo que está siendo “un sueño”, explica.
Un hombre con nariz grande -una preferencia estética en los dibujos de Sahores- arrastra con su abrigo de alambre todo lo que encuentra a su paso; su familia y sus amigos se ven engullidos por ese gabán interminable que lleva al protagonista del corto a una especie de aislamiento y reconquista del “yo”.
“Estaba en un parque intentando desconectar de los estudios cuando dibujé por primera vez al protagonista de ‘El señor del abrigo interminable‘. Le pinté mirando al sol, y su larga sombra se proyectaba en el suelo, parecía un abrigo”, relata Victoria Sahores, argentina de nacimiento y afincada en España desde hace 9 años.
Ambientes naturales
“La producción ha sido muy complicada, a veces me quedaba en bikini en el estudio por el calor que desprendían los focos”, asegura.
La técnica de animación que ha escogido, “stop motion“, consigue la apariencia de movimiento mediante una sucesión de imágenes fijas; los personajes, en realidad, son muñecos de silicona con una estructura interna de alambre, aunque para su perfil psicológico no se ha inspirado en ninguna persona conocida, asegura a Efe Estilo.
Camino a la estatuilla
Competirá por el Goya al mejor corto de animación con otros proyectos interesantes, como “A Lifestory”, “A lonely sun story”, “Juan y la nube” y “Sangre de unicornio”, aunque llenar a la fase de nominación ya es para ella “una recompensa más que suficiente”.
“Estaba tomándome un café y contemplando el mar cuando me avisaron por teléfono de mi nominación, fue algo perfecto“, cuenta.
Además de animación, cursó fotografía en Málaga, la ciudad en la que ha residido hasta ahora. Sin embargo, piensa que será más difícil defenderse delante de las cámaras sobre la alfombra roja que detrás de ellas, “no se me da bien posar”, confiesa.
“¿Ganar el Goya?”, exclama. “Supondría más oportunidades de dedicarme 100 % a mi verdadera pasión”, explica. Mientras, sigue trabajando en un bar para pagarse el alquiler, y ya ha ganado el mayor reconocimiento posible: “El orgullo de mi familia es lo que más me ha satisfecho”, concluye.