EL CAIRO. El presidente egipcio Al Sisi, que llegó al poder tras el golpe de Estado que en 2013 derrocó al presidente islamista, Mohamed Mursi, eligió el antiguo palacio real de Al Quba, en El Cairo, para el recibimiento oficial de Putin, que no visitaba el país desde hacía una década, como él mismo recordó ante la prensa.
“Las relaciones entre Egipto y Rusia se apoyan sobre una base profunda de una cooperación duradera que no se ha interrumpido ni un solo día y Egipto ve en Rusia un amigo estratégico y un verdadero valor para unas relaciones exteriores equilibradas”, dijo Al Sisi en una intervención ante los medios, en la que no se aceptaron preguntas.
Ni siquiera el fuerte “jamasín” (tormenta de arena) que cubrió ayer por completo la capital egipcia y que no dejó de soplar en toda la jornada pudo aguar la fiesta de bienvenida organizada para el presidente ruso, a quien la prensa egipcia, tanto oficial como privada, no ha dudado en calificar como el “César” o el “héroe de nuestro tiempo”.
Uno de estos memorandos que firmaron los mandatarios recoge la construcción de la primera central nuclear de Egipto, que se emplazará en la zona de Dabaa, en el noroeste del país.
“En la esfera de la energía nuclear se ha firmado un memorándum de entendimiento para crear una planta nuclear en Dabaa para generar energía eléctrica”, dijo Al Sisi durante su comparecencia.
Ambos presidentes coincidieron en que el terrorismo “no se detiene en ninguna frontera y hay que enfrentarlo de forma global, no solo militarmente, sino también desde una perspectiva ideológica y social”, en palabras de Al Sisi, que dijo que también abordaron el conflicto entre israelíes y palestinos, y la situación en Siria, Irak, Yemen y Libia.
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