En dos escenarios, el miércoles se definieron prioridades y cómo atenderlas y se supo que ganó la policía pero perdió Gobernación:

 

En la Secretaría de Gobernación de nueva cuenta se abrogó en los hechos la reforma educativa de 2013 que tanto trabajo costó aprobar para poner orden en el caótico sector de los maestros como trabajadores del Estado en la educación. De nueva cuenta, el gobierno federal fue vencido por la demagogia de la violencia social de la Sección 22 y cedió todo lo exigido.

 

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En el Paseo de la Reforma, la policía federal -con el apoyo de la policía del DF- cumplió el papel del gobierno de proteger los derechos de terceros; en una movilización que pareció seguir la técnica espartana de movilización policiaca ante multitudes eufóricas de su poder popular, la policía replegó a los maestros de la Sección magisterial 22 de Oaxaca y les rompió el control de la calle.

 

Lo malo de esta fórmula política fue que lo que se ganó en el control de seguridad en las calles para favorecer a los terceros que eran afectados por la intolerancia y violencia social de los maestros de ocupar toda la calle con pocos asistentes pero interrumpiendo la vida urbana se perdió en las negociaciones en Gobernación donde la 22 sigue imponiendo su ley de la fuerza.

 

Por tanto, los maestros disidentes ya saben que su patrón, el gobierno federal, nada más amenaza con reglas legales que no aplica porque al final de cuentas le tienen tomada la medida a los funcionarios de Gobernación, por lo que la toma de calles afectando a terceros es parte de la estrategia de presión pero sin llegar a la represión.

 

El error estratégico de Gobernación fue jugar en dos canchas pero sin conectarlas a ambas; el avance policiaco al replegar a los manifestantes sacándolos del Paseo de la Reforma pudo haber sido un elemento de negociación en Gobernación porque demostró la debilidad de la 22 en sus protestas callejeras ante la presencia decidida de las fuerzas policiacas. Y sin la presión callejera, la 22 aparecía sin su carta fuerte de negociación. Pero Gobernación cedió todo a pesar del repliegue en la calle.

 

Por la noche, la 22 levantó su campamento no por la amenaza de la policía sino por la victoria en Gobernación. Y en el esquema de negociaciones ventajosas, desde ahora se debe prever la próxima victoria de la 22 en mayo cuando arriben de nueva cuenta a la Ciudad de México a amenazar con reventar las calles para que Gobernación otra vez afloje en la aplicación de las leyes y siga dándoles concesiones a trabajadores que no trabajan, a maestros que no enseñan y a empleados que se burlan de su empleador.

 

Lo que quedó al final del día fue el hecho de que la policía pudo aplicar la fuerza sin violentar la política ni reprimir derechos humanos, aunque fue evidente la cobardía de los maestros cuando la policía marchó sobre de ellos a paso fuerte y con el ruido metálico de los estoperoles sobre el pavimento; ante esa acción de formación espartana, se escuchó una voz de un maestro: “ya entendimos, no nos hagan nada, ya nos vamos”.

 

Pero a la victoria de seguridad le faltó la acción política. Gobernación pareció no entender que la presión de los maestros dependía del control de la calle con sus marchas a paso lento, la ocupación del Monumento a la Revolución y las tiendas de campaña lopezobradoristas sobre Paseo de la Reforma. Al ceder a pesar del desalojo sin violencia de Reforma, Gobernación solamente fortaleció la lucha de la 22 contra las decisiones del Estado -la reforma constitucional firmada por todos los partidos.

 

Lo que viene ya es historia sabida: la 22 seguirá imponiendo su ley de la fuerza en las calles por los temores en Gobernación. Por eso la culpa de la crisis magisterial no la tiene toda el gobernador Gabino Cué Monteagudo sino también es de Gobernación.