La novelista mexicana Ángeles Mastretta mantiene intacta su pasión por inventar historias, pero asegura que si un día deja de escribir, no se morirá por eso.

 

“Yo tengo una pasión por escribir, me encanta, me divierte, me aflige, pero me gusta demasiado este paraíso como para irme a buscar otro y si un día dejo de escribir, no me moriré”, dijo en entrevista a Efe la escritora de 65 años.

 

Vestida con un pantalón vaquero azul, con un suéter gris y botas color café, la autora de Arráncame la vida se dice sorprendida al ver cómo cambió su oficio en los últimos años por causa de los editores que parecen haber confundido a los escritores con estrellas de rock.

 

“Nos hemos ido volviendo celebridades, los editores nos han convertido en gente capaz de dar entrevistas y de promover sus libros. Nos mandan a diferentes países y vamos diciendo, sí, lo que yo escribí está muy bonito. Eso antes no pasaba, antes un escritor se quedaba en su casa a ver quién lo leía” dice.

 

En estos días Mastretta se deja querer en el Festival literario de San Miguel de Allende, Guanajuato donde el sábado por la mañana dio una charla para divulgar su libro La emoción de las cosas.

 

Con una pasión al hablar más propia de una caribeña que de una mujer nacida en el tranquilo estado de Puebla, la autora mantuvo en estado de encantamiento a decenas de lectores durante 52 minutos en los que mostró su lado humano, quizás el único rasgo de su personalidad superior a su talento para juntar palabras.

 

“Aquí está mi maestra de tercero de secundaria y de segundo de secundaria. Rosi no sabe, porque le ha preguntado a su hija si yo la recordaría, que yo escribo porque ella me enseñó a escribir“, dijo en el momento de más humildad en su estancia en San Miguel.

 

Novelista feminista

 

Como queda claro en su obra, la novelista es una feminista consuetudinaria, pero insiste en que su manera de mirar el feminismo no es la del machismo a la inversa, porque incluye a los hombres.

 

“Feminismo es entender que una mujer se asuma como dueña de su cuerpo, decida sobre él, pueda elegir con quién vive, pueda divorciarse, heredar y trabajar mientras crecen sus hijos. Una feminista en lugar de estar contra los hombres, los ayuda; antes los hombres no estaban cuando crecían sus hijos, ahora están gracias a que las mujeres dijeron, yo no quiero hacer todo esto sola”, aclara.

 

Sus novelas, entre las que aparece Mal de amores, Premio Rómulo Gallegos de 1997, descubren la sensibilidad de una mujer capaz de haberse convertido en una de las principales autoras en idioma español sin dejar de atender a su familia.

 

“Escribo todos los días, pero no escribo ficción todos los días; para la ficción sí tengo un horario. Me lo fijé porque cuando empecé mis hijos eran bebés. Arráncame la vida la escribí de 9 a 2 de la tarde mientras mi hijo Mateo estaba en el colegio y la terminé con mi hija Catalina subida en mis piernas. Ahora soy un poco más caótica, me permito libertades, aunque mantengo el orden”, dice.

 

La emoción de las cosas es un texto sobre la historia de sus padres, en el cual Mastretta deja claro que por encima de todo en el proceso de la creación se dio el gusto de gozar su vicio de escribir de una manera casi pueril.

 

“Me divierto escribiendo, me divierto inventando y, últimamente, me divierto contándome”, dice con una alegría que suaviza la idea de no morirse si un día abandona el feudo de las palabras porque jamás podrá emigrar de su mundo inventado.