Esta semana sabremos cuánto creció la economía en 2014. El INEGI nos lo dirá este próximo viernes, aunque es muy probable que el crecimiento del producto interno bruto haya sido modesto, alrededor de 2.1%, muy lejos de aquel 3.9% que pronosticó el gobierno en sus estimaciones originales de inicios del año pasado.

 

Aquel dato servirá para el registro histórico de un año con un balance poco alentador. Pero ahora las miradas están puestas en este año. Y lo cierto es que las perspectivas tampoco son muy alentadoras para la economía visto a través del cristal de las opiniones y comentarios de los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, organismo que agrupa no solo a la mayor cantidad de analistas de la economía del país, sino en donde seguramente se encuentran los economistas con la mejor información disponible sobre México.

 

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Por eso es importante atender y leer entrelíneas las opiniones que emite el banco central. Y es que si bien en su última decisión de política monetaria la Junta reconoció cierta mejoría en algunos sectores de la economía, como el manufacturero, en el balance las opiniones se inclinan hacia una mayor cantidad de factores contrarios a un crecimiento vigoroso para este año, a contrapelo de lo dicho por el gobierno federal.

 

Y más allá de la caída en los precios del petróleo o de la depreciación del peso por la volatilidad financiera internacional, factores que efectivamente afectan el crecimiento, en las discusiones de la Junta del Gobierno del banco central se dejan ver otros factores amenazantes a la economía y que -suponemos- deben preocupar al gobierno federal. Le menciono tres de ellos:

 

El primero es que el mexicano promedio sigue sin capacidad de compra. Y es que con todo y los reportes de una mayor generación de empleos formales y del crecimiento en el salario base de cotización al Seguro Social, lo cierto es que sigue cayendo el ingreso promedio real de la población ocupada en México. Y eso lo único que quiere decir es que el poder adquisitivo no ha mejorado como para apuntalar el mercado interno.

 

Un segundo factor motivo de preocupación en la Junta del Banco de México -y que llama la atención por la tradicional discreción del banco central- es el impacto negativo de la inseguridad pública y el descontento social en la economía. Asuntos preocupantes entre los círculos empresariales y financieros que se han traducido en menores niveles de confianza empresariales y de los consumidores.

 

Y un tercer factor amenazante, desde la perspectiva del cúpula del banco central, es la debilidad de unas finanzas públicas que debe adecuarse a la nueva realidad. Es decir, ya no es posible sostener un déficit público y un gasto corriente tan elevados como los actuales. De hecho, algunos de los miembros de la Junta de Gobierno del banco central advirtieron que ante el escaso margen de maniobra el gobierno podría verse impulsado a incrementar precios y tarifas públicas hacia el próximo año.

 

Estos tres factores amenazantes de la economía señalados por uno o varios miembros de la Junta de Gobierno en su más reciente decisión de política monetaria, tienen raíces estructurales y me temo que el gobierno no tiene respuestas fáciles ni inmediatas para enfrentarlas.

 

Pero el mensaje está allí. Los tiempos actuales de la economía no están para empecinamientos, ni para juegos políticos que arriesguen la estabilidad, la implementación de unas reformas bajo riesgo, y un crecimiento que no acaba de llegar.