¿Todos son de Veracruz? Y, claro, Pitol se recuperó de una hemorragia gástrica; Coway, admirado por Gladys Knight; Dominique Strauss—Khan, ¿ocupado?; Desde la cárcel, ¿los toros?, apoyo monumental de Ortega Cano
Aunque usted no lo crea, Veracruz lleva también el nombre de (Ignacio) De la Llave, de donde viene mi familia –junto con los Pesado, Garmendia, etcétera. Pero ¿a qué viene el párrafo anterior?, todos aseguran –¿será orgullo, presunción o ignorancia?– que “son de allá”. ¿Y es que soy de Veracruz? Bueno, pues qué bueno.
En la planta intermedia del hospital Ángeles, en Xalapa (Veracruz), el Premio Cervantes de Literatura, Sergio Pitol, 81 años, se recupera de una hemorragia gástrica que estuvo a punto de costarle la vida. Por supuesto, Pitol salió del trance rodeado de sus íntimos y algunos familiares. No todo el mundo sabe que Lolita fue concebida en Veracruz. Para muchos y para este columnista, un paraíso, sitio idóneo para la concepción de la célebre ninfa. “El difunto Harold. E. Haze –Dios lo bendiga, of course— había engendrado a mi amada a la estupenda hora de la siesta, en cuarto azulino, durante su luna de miel en Veracruz, y en la casa entera había recuerdos, entre ellos Dolores”, se lee en Lolita, de Nabokov. En el antiguo paraíso hubo que internar al célebre Sergio Pitol en el hospital de Xalapa, Veracruz.
Al principio, no le preocupó porque Pitol dijo siempre que “adoro los hospitales, pues me devuelven la ¿seguridad? de mi niñez”. Pero en esta ocasión, tras el ingreso, acechaban peligros precisamente de “orden familiar”. ¿Por qué? Oscuras maniobras pretendían demostrar que había perdido facultades mentales (como en el caso de las hijas de José Luis Cuevas), un infundio para aquellos que los últimos meses visitaron al autor de El arte de la fuga (Anagrama) y saben, bueno, ¿todos sabemos o sabremos?– que es hombre totalmente lúcido y que el único problema es una afasia que le genera dificultades para conversar/hablar, aunque nunca para leer.
Desde su cuenta de Twitter, la cuta y legendaria Margo Glantz supo convocar a más de 710 escritores que salieron al rescate –isofacto— de mi amigo Pitol, demostrando que tiene amigos de sobra y admiradores que lo respaldan desde hace décadas. Es más, a los dos días, Pitol estaba ya en su casa, donde volvió a escuchar ópera en su singular habitación. “Es que es de Veracruz”, confiesan algunos. La frase viene de cuando un escritor del puerto empezaba en los bares de la Ciudad de México a decir cosas que sonaban raras, y sus amigos, para evitarle problemas, le excusaban diciendo: “Es que es de Veracruz”.
Algunos, cuando escribimos sobre Pitol, sentimos que fácilmente podríamos de verdad ser también de allí (mmm, qué bueno, mi familia es de Orizaba (Mier & Pesado, De la Llave, Garmendia, Segura, etcétera), ¡de aquel antiguo paraíso!
Amigo de los Rolling Stones, Aretha Franklin, Checker y Gldys Knight
Don Covay, prodigioso cantante y compositor de soul, falleció en Nueva York, de 76 años. Fue uno de esos gregarios de calidad indudable pero que nunca disfrutaron de un gran éxito, aunque Don si proporcionó temas memorables a artistas más afortunados como Gladys Knight, Chubby Checker, Aretha Franklin, además de que los Rollins Stones (Mike Jaegger y cía.) lo admiraban.
Covay nació en Carolina del Sur. O sea, Donald Randolph creció en un ambiente estricto, bajo –gracias a Dios— un padre predicador. Se rebeló: era menor de edad cuando, ya en Washington DC, comenzó con el grupo vocal The Rainbows. Entró a formar parte del séquito de Litlle Richard, primero como chófer y luego como artista, con el seudónimo de Pretty Boy. En sus formidables singles, y como Don Covay, se aprecia la evolución del rhythm and blues y la eclosión del soul como sonido definitorio de los años sesenta.
¡La cultura también apareció desde que aparecieron las libertinas!
Gritan que es un hombre sumamente “ocupado”. ¿Quién no? El juicio al francés Dominique Strauss—Kahn, el otrora todo poderoso director general del FMI (parte de la cultura económica global) y hombre a quien todas las quinielas políticas colocaban en la presidencia francesa, se está revelando (mmm… ¿parte de la cultura europea, occidental o global?) como un auténtico ejercicio de surrealismo sórdido. Los testimonios que se escuchan ahora ante un tribunal de Lille muestran hasta qué punto (¿cinismo, fanatismo o incultura?) un hombre puede justificarse de cualquier barbaridad que haya cometido y trocar la condición de “acusado” por la de víctima sin pestañear.
Strauss—Kahn, cuya ¿estrella? Se apagó se golpe al ser detenido en Nueva York por asalto sexual (que negó en alguna manera) a la camarera de un hotel, está acusado ahora de proxetenismo, un delito que en Francia le puede costar 10 años de cárcel. Strauss—Kahn lo niega, pero al hacerlo se enreda en una maraña de argumentos/mentiras/verdades a medias que llevan al ciudadano medio a llevarse las manos a la cabeza al considerar que personas como Strauss—Khan pueden presidir organismo con gran influencia en el mismo (¿habrá aprendido algo del dictador Baby Doc?). Pero Strauss—Kahn tampoco escuchó las súplicas de esas “libertinas” ante la brutalidad sexual a las que las sometería., ni los noes (un costo de “no lo haré no lo hice”) de numerosas mujeres sobre las que anteriormente se abalanzó y otras que sufrieron sus abusos. Strauss—Kahn considera que se está ¿hurgando? En su vida privada. No reconoce la línea entre el consentimiento y abuso. Of course, ¡está ocupadísimo!
Agradecimiento a Ortega Cano
Finalmente, en esta hermosa columna de cultura nacional/global, agradezco mi amigo el torero José Ortega Cano (que estuviera casado con la desaparecida cantante Rocío Jurado) que, desde su celda, haya sacado fuerzas para darnos a todos una llamada de atención sobre el futuro de los toros; pero, en mi opinión, todos los intentos por relanzar la fiesta nacional pasan por otro conocido, José Tomás, al que nadie menciona cuando se trata el tema de la decadencia de los toros. Convendremos en que la temporada española –y ojala lo fuera en la mexicana– la marca José Tomás, matador excepcional y distinto al resto (pienso igual que mi amigo José Luis Gardón, de Madrid, escritor de grandes lides–, cuyo solo anuncio en un cartel provoca euforia. Cada una de sus ausencias en san Isidro o la Plaza México merma toda la temporada, como se mermaría una Liga española de fútbol en la que no estuvieran presentes Real Madrid, Barca o ahora el Atlético de Madrid. Si nos abandonan, nada sería igual. Dice el empresario de Las Ventas que José Tomás no hay que llamarle porque “es él quien llama” (sencillez plena). Pues habrá que llamarle allá o acá. Su presencia es vital, de vida o muerte por los toros. Aunque también existen Enrique Ponce, El Juli, Morante de la Puebla, Sebastián Castella, Fandi, José María Manzanares, Adame, Zotoluco, El Payo, El Cordobés, Federico Pizarro y otros. Y hasta la próxima, ¡abur!
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