En el parque las Estacas, en Morelos, una Coca-cola de dos litros adquiere el precio de 200 pesos; un autentico piquete de ojos al sediento que sólo quiere divertirse, al precio que cueste, en medio de una galería corporal y bajo un sol desértico. El carnaval de Bahidorá, a sus escasos tres años, se ha posicionado como uno de los sucesos musicales favoritos de las masas, un escenario ideal para pasar de la mejor forma el fin de semana, alejado del ajetreo citadino.
Bahidorá es como un sueño; una imagen saturada de color con todos los atractivos que el instinto humano desea pero a los que comúnmente suele huir.