MONTEVIDEO. El ex guerrillero anticapitalista José “Pepe” Mujica deja este domingo  la presidencia de Uruguay elevado a la categoría de ídolo mundial por su austero estilo de vida, su rechazo al protocolo y su “sentido común“, como él mismo lo define.

 

Cuando este desaliñado presidente, hoy de 79 años, se aproximó al atril de la Cumbre sobre el Clima Rio+20 de 2012 en representación de un país de poco más de 3.4 millones de habitantes, nada hacía presagiar que su discurso traspasaría fronteras en internet.

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Foto: EFE

 

“Que estamos vivos por milagro y nada vale más que la vida. Y que nuestro deber biológico es por encima de todas las cosas respetar la vida e impulsarla, cuidarla, procrearla y entender que la especie es nuestro nosotros”, exclamó entonces Mujica entre otras afirmaciones que lo encumbraron a profeta de un modo de vida más sencillo, natural y feliz.

 

Así, repentinamente, Uruguay se llenó de periodistas extranjeros ávidos por descubrir el hábitat y las costumbres de este “campesino con sentido común”, como le gusta denominarse, cuyo paso por el grupo guerrillero Tupamaros le dejó seis heridas de bala y 14 años de prisión durante la dictadura uruguaya (1973-1985).

 

Allí encontraron una realidad rara para el presidente de una nación, pero habitual para los uruguayos: que vive en su muy humilde granja a las afueras de Montevideo, que cultiva flores, que dona el 90 % de su salario para construir viviendas sociales y que maneja su propio Volkswagen “escarabajo” de 1987.

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Foto: AP

 

Acompañado por su mujer, la senadora Lucía Topolansky, también ex guerrillera tupamara, y su perra Manuela, de tres patas, apareció retratado en los diarios de medio mundo sentado en el jardín de su casa como un abuelo sabio, calzado con sandalias y con los pantalones arremangados.

 

Bajo el dogma de que “a los que les gusta mucho la plata hay que correrlos (echarlos) de la política”, Mujica se ha cansado de repetir que él no es “pobre”, sino que precisa poco para vivir.

 

Barack Obama, Mijail Gorbachov, Dilma Rousseff, Hugo Chávez, Michelle Bachelet, Juan Manuel Santos o Fidel Castro han sido algunos de los líderes mundiales que han expresado estos años su admiración por el “Pepe”, al igual que artistas tan variopintos como Joaquín Sabina, Ricky Martin, Andrés Calamaro, Emir Kusturica o la banda Aerosmith.

 

Antes senador del oficialista Frente Amplio, una heterogénea coalición de izquierdas que congrega desde comunistas hasta demócratas cristianos, y luego ministro de Ganadería, Mujica sucedió en la presidencia a Tabaré Vázquez, a quien este domingo traspasará el mando, pues fue reelegido en los comicios de noviembre.

 

Con la economía uruguaya creciendo a buen ritmo, un trabajo que dejó en manos del vicepresidente Danilo Astori, Mujica se centró en profundizar las políticas sociales que pronto lo pondrían en la boca de todo el mundo.

 

Primero fue la legalización del aborto a finales de 2012, después, en agosto de 2013, firmó la ley del matrimonio homosexual y, por último, a finales de ese año, la de la compraventa y cultivo doméstico de la mariguana, la más comentada por tratarse de un proyecto pionero en el mundo para combatir el narcotráfico.

 

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Foto: EFE

“Sus ideas son básicamente las mismas que hace 15 años, pero no era visto entonces de la misma forma”, apuntó a Efe Juan Manuel Varela, propietario del primer negocio destinado al autocultivo de mariguana de Uruguay, quien recordó que el Mujica que todos admiran “fue criticado por mucho sectores políticos y de la sociedad“.

 

Más allá de estas populares leyes, la verdadera cruzada vital del “Pepe” es contra los altos niveles de consumo de la sociedad actual y el sistema contemporáneo que, según sus palabras, “necesita permanentemente que la economía crezca” para que “la capitalización continúe”.

 

A pesar de haberse convertido en una figura icónica, erradicar el “consumo exacerbado” se torna una misión utópica, puesto que incluso en su Uruguay, la cárcel en la que pasó sus años de prisión, ahora luce reconvertida en uno de los principales centros comerciales de Montevideo.

 

Son las mismas piedras, pero tienen otra pintura”, dice el mandatario, quien siempre se ha aferrado a la tierra como vía de escape y fuente de bienestar.

 

De este modo, una vez ponga fin a las responsabilidades de dirigente del Estado, Mujica tiene proyectado compaginar su rol de primer senador, con cumplir uno de sus viejos anhelos: montar junto a su casa una escuela de oficios agrícolas para jóvenes con pocos recursos.

 

“Que el día que no estemos se nos recuerde como unos viejos locos que dejaron una escuela”, explicó a Efe su esposa, Topolansky, de 70 años, contenta con la idea de, al no haber tenido hijos, poder apadrinar jóvenes campesinos.

 

Infatigable, Mujica ya advirtió que no sirve “como jubilado tirado en un rincón acariciando recuerdos”, por lo que además atenderá las invitaciones “de muchísimas partes del mundo” para impartir conferencias.

 

“Hace unos meses le decía a Pepe, cuando empezó el proceso electoral… Vos le has complicado la vida a cualquiera que gane las elecciones. Porque una presidencia tan peculiar deja una marca”, aseguró la veterana senadora.

 

Por esa marca, “el gordito campesino que gobierna aquel país perdido”, como lo definió el cantautor español Joan Manuel Serrat, ha sido candidato al Nobel de la Paz en 2013 y en 2014.

 

GH