La esquizofrenia política es un trastorno que impide identificar la realidad con las percepciones. Los comportamientos de Marcelo Ebrard Casaubón forman parte ya de todo un cuadro de psicología política y de poder.

 

Su carta de renuncia al PRD es un caso de diván político:

 

 

1.- Renuncia al PRD en el que militó desde 2005, pero no dice que antes fue todo un gran dirigente en el DF del PRI salinista, que salió del PRI porque su jefe Manuel Camacho perdió la sucesión presidencial de 1994 y no respetaron las reglas, que Ebrard fue diputado por el Partido Verde sólo para tener fuero, que fundó y fracasó en la creación de la sección DF del Partido de Centro Democrático y que se afilió al PRD en el 2005 sólo para ser beneficiario del dedazo de López Obrador, quien lo escogió como candidato del PRD al DF.

 

2.- Ebrard renunció al PRD como protesta por el acercamiento del PRD al presidente Enrique Peña Nieto, olvidando que él no sólo se “acercó” a Salinas de Gortari y todo lo que significaba en los años en que asesinaron a más de 500 perredistas, sino que operó como su asesor político en 1994. Así que Ebrard tuvo más acercamiento con el presidencialismo priista que el PRD.

 

3.- Y renunció también por el acercamiento del PRD al PRI, cuando Ebrard fue operador del PRI en 1988 para impulsar la candidatura de Salinas de Gortari y luego fue secretario general del PRI en el DF. El acercamiento al PRI, razona Ebrard en su carta de renuncia de la semana pasada, “es incompatible con los objetivos y deberes políticos de la izquierda mexicana”. Por su militancia priista, Ebrard era, desde endenantes, incompatible con la izquierda pero aun así se afilió al PRD.

 

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4.- Ebrard se agarra del saco de Cuauhtémoc Cárdenas y su salida del PRD, pero Ebrard olvida que en el 2005 Cárdenas dijo de su candidatura: “vamos a entregarle la ciudad al que nos la quitó en 1991” cuando Ebrard operó el fraude electoral salinista para el “carro completo” capitalino.

 

5.- Ebrard denuncia que el PRD hizo efectivo el “veto” del jefe de Gobierno del DF hacia su candidatura a diputado; en todo caso, confiesa a contrapelo que él ejercía ese veto e imposición de candidaturas. Ebrard ya delató que él puso a su sucesor pero éste en realidad no necesitó vetar a quien ya se había autovetado por su comportamiento arrogante ante la dirección perredista.

 

6.- Como en política la aclaración pública es la confesión manifiesta, Ebrard dijo que no quería la diputación por el PRD por el fuero pero al final de cuentas está urgido de fuero por las acusaciones sobre las irregularidades de la Línea 12 que fue el gran fiasco de su administración.

 

7.- Afirma Ebrard que no se va en un acto de arrebato (furor), pero las horas previas fue víctima de la ansiedad y la angustia.

 

8.- Dice también que ha trabajado por construir un “gobierno progresista” y de nueva cuenta soslaya el uso de la palabra izquierda. Ebrard fundó el Partido de Centro Progresista, no de izquierda.

 

9.- Finalmente se despide de sus correligionarios perredistas “en estos años de calumnia y exclusión”, aunque después de haberle endilgado al PRD y a su dirección acusaciones calumniosas y de exclusión.

 

Luego de diez años de haber salido del PRI, Ebrard se quedó en el limbo partidista porque sólo el acomodaticio Movimiento Ciudadano lo acogió en su lista de plurinominales para hacerlo diputado sin sudar una campaña electoral. La historia política de Ebrard lo dibuja como una élite privilegiada, incapaz de buscar el voto popular, acostumbrado al dedazo inventado por el PRI y utilizado por grupos políticos –López Obrador y MC- que aprendieron las mañas del viejo PRI.

 

Sin partido, peleado con todos, Ebrard podría ser el Nicolás Zúñiga y Miranda del porfirismo que era sólo el candidato presidencial de mismo.

 

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