La primera radiografía de las tendencias electorales en Guerrero indica el fracaso de la estrategia de los padres de los 43 normalistas secuestrados y asesinados por el alcalde perredista José Luis Abarca porque la mayoría de los guerrerenses se prepara para votar.

 

Asimismo, ese primer acercamiento revela el desmoronamiento del PRD y el arranque limitado del partido de López Obrador, sin que hayan posibilidades de alguna alianza: el PRD está enfrentado con el Partido AMLO, Movimiento Ciudadano perdió estructura electoral porque pasó al PRD o al lopezobradorismo y el PAN no llega a 5% y tampoco tiene tiempo para construir un aparato de organización de electores.

 

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La competencia para la gubernatura será entre PRI y PRD, el primero con una tendencia de votos de 43.4% contra 37% del perredismo, según la empresa Parámetro Investigación, aunque algunos primeros indicios de otras empresas estarían más o menos en el mismo rango. El PAN registra apenas 4.6% y el Partido AMLO 5%.

 

La diferencia entre las elecciones de ahora con las pasadas radica en que antes hubo un PRD fortalecido y aliado. La tendencia de votos del PRI para junio próximo anda en el promedio de 44% de las elecciones de gobernador en 1999, 2005 y 2011. El PRD sumó votos con alianzas con el PT y PRT en 1999; Convergencia, que estaba muy fuerte en 2005, y el PAN en el 2011. Por sí misma, la votación promedio del PRD es menor a 40%.

 

En la votación de gobernador de Guerrero va a influir la elección de alcalde en Acapulco, el municipio más poblado. Y ahí el PRI tiene una tendencia de votos como arranque de 38%, arriba del 33.3% que sacó en la elección del 2012. En cambio, la coalición PRD-PT-MC acumuló 53.6% de votos hace tres años, pero ya no podrá construirse; el PRD tiene tendencia de votos para junio próximo apenas de 19%, MC cae a 2.6% y PT no pinta. El partido de AMLO arranca con un modesto 2% que difícilmente podrá superar.

 

La crisis de la coalición del PRD en Guerrero va a beneficiar al PRI y servirá como indicio para las gubernaturas aliancistas que se disputarán en el 2016. Hasta ahora se ve casi como imposible que vuelva a haber una alianza PRD-MC-PT porque López Obrador buscará ir en solitario con pocos votos y nunca hará una alianza de nuevo con el PRD.

 

La coalición progresista en Guerrero duró de 2005 a la caída del gobernador Ángel Aguirre Rivero el año pasado por su presunta responsabilidad en la crisis provocada por el secuestro y asesinato de 43 normalistas. Pero también el PRD tendrá que pagar la factura de desgaste de diez años de perredismo en el poder 2005-2015.

 

En este sentido, el candidato priista a gobernador Héctor Astudillo Flores arranca en una buena posición derivada de su biografía no mezclada con cárteles y del desmoronamiento del PRD por su responsabilidad en la represión de estudiantes, en la multiplicación de los problemas sociales y en la crisis por el secuestro y asesinato de 43 normalistas. Un alcalde del PRD está preso como presunto responsable del crimen  y el gobernador perredista tuvo que renunciar ante la presión de la crisis de Iguala-Ayotzinapa.

 

Las movilizaciones violentas de los maestros de Guerrero y de los padres de los normalistas han calado en la estabilidad precaria de la vida social y política en el estado y han deteriorado las posibilidades del PRD, además de que la fractura del PRD con López Obrador y la orfandad del PT y Movimiento Ciudadano impedirán la posibilidad de una alianza neopopulista.

 

Y si los saldos reales responden a esa lógica, la división en la coalición neopopulista PRD-AMLO beneficiará al PRI en las elecciones que vengan después, incluyendo la presidencial del 2018.