¿Antes de dormir apagas el celular?, ¿cuántas horas al día pasas conectado a Internet?, ¿vives actualizando Facebook o Twitter? Las respuestas a estas y otras preguntas indican si hacemos un uso adecuado de las nuevas tecnologías y si podemos manejarlas correctamente para nuestro beneficio.

 

La tecnología y sus avances existen en nuestra vida para hacerla más fácil, pero de igual forma puede ser una causante de estrés derivado por su mal uso o la falta de adaptación a ello que además origina problemas físicos y psicológicos, así como un deterioro en las relaciones personales.

 

Acuñado por Larry Rosen y Michelle Weil en 1997, el término tecnoestrés proviene del libro con el mismo título en el que se pone de manifiesto la adicción psicológica que puede producir el uso continuado de la tecnología. Actualmente se considera que gran parte de la población puede estar aquejada de este mal de nuestros tiempos.

 

Según el Observatorio Permanente de Riesgos Psicosociales de la Unión General de Trabajadores (UGT), “el tecnoestrés es un tipo de estrés provocado por la exposición continuada al uso de nuevas tecnologías de información y comunicación tales como internet, telefonía móvil, televisión digital o teletrabajo”.

 

Aprendizaje, primer motivo de estrés

 

Según el psicólogo Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, “tenemos una sobrecarga de aprendizajes pendientes para manejarnos adecuadamente con las nuevas tecnologías” por el rápido desarrollo de las mismas, pues es necesario aprender a usar diferentes dispositivos.

 

“Hemos de aprender a usar el televisor, el aparato de música, la video grabadora, el teléfono móvil, etcétera. Además de saber utilizar estos dispositivos, tenemos que aprender a configurarlos, a arreglar las averías y otras muchas cosas. No da tiempo a hacerse un experto en todas”, precisa.

 

Por lo que algunas personas evitan enfrentarse con nuevos aparatos y esto puede llegar a convertirse en una fobia al uso de nuevas tecnología que tiene un coste, “pues no adaptarse a la vida moderna supone cierta discapacidad y cierto envejecimiento”, explica el psicólogo.

 

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En este sentido, el especialista destaca que no queda más remedio que adaptarse a los cambios que vengan “y si son cambios tecnológicos, hay que tratar de estar un poco al día”. Pero la convivencia con estos dispositivos también puede derivar en estrés si, por ejemplo, se estropean o dejan de funcionar correctamente. Ese estrés puede ocasionar emociones negativas como preocupación, mal humor, ansiedad o enfado.

 

“Las emociones negativas no son una enfermedad, pero si esos síntomas emocionales persisten demasiado tiempo, pueden producir dificultades para conciliar el sueño y descansar o problemas de alimentación, entre otros”, indica.

 

Cano Vindel detalla que asimismo pueden surgir problemas de activación fisiológica, de estrés y ansiedad. “Puede haber problemas de crisis de ansiedad o de crisis de pánico como consecuencia de un exceso de estrés”, afirma.

 

De la tecnodependencia a la tecnoadición sólo hay un paso

 

Por otro lado, el tecnoestrés también alude a la dependencia que generan los dispositivos tecnológicos. Es un hecho que nos facilitan la comunicación, el trabajo desde casa o cualquier punto sin necesidad de estar en una oficina y el ocio, “pero no podemos estar enganchados permanentemente a esas demandas porque nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan dormir un promedio de ocho horas al día”, afirma el psicólogo.

 

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El especialista también advierte que las posibilidades que nos brinda el desarrollo tecnológico moderno pueden acabar con nuestro descanso si no las manejamos adecuadamente.

 

Al respecto, Russell Johnson, profesor de la Universidad Estatal de Michigan, considera que los smartphones “están casi perfectamente diseñados para perturbar el sueño“.

 

La razón, según explica, es que estos dispositivos nos mantienen mentalmente ocupados por las noches hasta tarde y dificultan que podamos desconectar del trabajo, relajarnos y quedarnos dormidos.

 

En dos estudios basados en encuestas a un amplio espectro de trabajadores estadunidenses, Johnson y otros investigadores hallaron que, quienes utilizaban sus teléfonos inteligentes por motivos laborales después de las nueve de la noche, al día siguiente estaban más cansados y menos comprometidos con el trabajo.

 

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De igual modo, Cano Vindel explica que si una persona no descansa, puede acabar desarrollando trastornos de salud de tipo cardiovascular, de sueño y problemas relacionados con una alta activación fisiológica.

 

Además, destaca que también pueden producirse problemas de salud mental. “Estamos asistiendo ya a casos de adicción a videojuegos, al móvil, a la web, etcétera”.

 

Así, expresa que las adicciones se generan cuando no se hace un buen uso de algo, que no tiene por qué ser malo en sí mismo. No obstante, su utilización inadecuada “ocasiona problemas en nuestra salud, en nuestra vida social, familiar o laboral”, precisa.

 

Deterioro de las relaciones personales

 

Cano Vindel subraya que las relaciones personales pueden sufrir un deterioro asociado al tecnoestrés en varios sentidos. “Aunque las nuevas tecnologías nos facilitan la vida, también pueden ocasionar malestar. Y ese malestar, ya sea físico o psicológico, puede afectar a la relación que tenemos con las personas de nuestro entorno”.

 

Esto ocurre, según explica el especialista, porque quienes tienen estrés, en general, van a estar más irritables. “Por lo tanto, la comunicación se va a ver alterada de manera negativa por esa tendencia a estar más enfadados”.

 

Además, señala que cuando alguien está nervioso las personas de su entorno se contagian de este nerviosismo, experimentan más estrés y están más irritables, por lo que para poner freno a todos estos problemas, por un lado, debemos tener una actitud abierta al conocimiento de las nuevas tecnologías, sobre todo en los positivos.

 

Pero, por otro lado, “tenemos que poner límites para no caer en un abuso de esas nuevas tecnologías que nos lleve a no desconectar, a desarrollar problemas de adicción, de estrés, de ansiedad” u otros, subraya Cano Vidal.

 

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“Hay que poner límites al trabajo, al número de horas con estos aparatos y a su uso en determinadas situaciones. No puede ser que hayamos quedado con unos amigos en vivo y en directo y dediquemos ese tiempo a chatear con otros que están lejos, pues eso deteriora la relación con las personas con las que estamos físicamente”, puntualiza.

 

Asimismo, hace hincapié en la necesidad de poner límites al tiempo que los niños pasan jugando con el ordenador, con videoconsolas, viendo la televisión o utilizando otros dispositivos.

 

“Si no lo hacemos, nuestros hijos se van a resentir ya que pueden presentar problemas de rendimiento escolar derivados de una adicción a las nuevas tecnologías. También puede producirse un creciente aislamiento o falta de comunicación e, incluso, una fobia social”, comenta.

 

El especialista destaca que debemos aplicar el sentido común para prevenir estos síntomas y trastornos. “Hay que usar las nuevas tecnologías de manera que nos faciliten la vida y no nos pasen factura”, concluye el experto. (Con información de Agencias)

One reply on “Tecnoestrés, ¿entérate si eres víctima?”

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