PARÍS. Está por iniciar la pasarela de Thierry Mugler en el Grand Palais. Afuera se encuentran involuntariamente los verdaderos protagonistas del mundo de la moda: actores y espectadores. Ninguno existe sin el otro. Son los lectores de las revistas donde aparecen las mujeres y los hombres sin defectos. Son las modelos anoréxicas que llegan mirando dónde están las cámaras para llenar los lentes. En las revistas, ellas no tienen arrugas, ni celulitis, ni cicatrices. Parecen felices.
La belleza sólo existe en la imaginación y en el otro (o la otra). Sin los reflectores de la pasarela, a la luz natural, la verdad se alcanza a divisar debajo de las capas gruesas del maquillaje. Detrás de los lentes oscuros. Es el único espacio donde admiradores y modelos conviven por unos segundos como gente real. Sin photoshop, sin marcas comerciales de por medio.
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