La economía española ha comenzado a dar sus primeros pasos. A pesar de que ya se cuentan siete años desde que aquel pujante sector de la construcción se derrumbó arrastrando con él a toda la economía, ya es perceptible un ánimo distinto entre los españoles.
Claro que las cifras de una lenta recuperación aún son dolorosas. Los empleos que se generan son insuficientes y de mala calidad comenzando por salarios deteriorados. Los datos oficiales registraban a mediados de febrero alrededor de 4.38 millones de ‘parados’, como se les conoce a los desempleados en España, con una tasa de paro de 23.7%.
Con todo, la caída de la economía ya tocó fondo en 2013 e inició una leve recuperación el año pasado que, según algunas previsiones de los analistas, se consolidará en este año. En 2014 la economía española creció 1.4% después de sólo ver cifras negativas en los años anteriores y para este año se espera un repunte importante en el crecimiento de entre 2.6% y 3%.
Algunos banqueros como Francisco González, el presidente del BBVA, incluso se mostró eufórico en sus declaraciones ante la prensa en un evento el fin de semana pasado; aunque habrá que tener cautela en momentos en que los votantes comienzan a caminar hacia las urnas.
Y es que la aún frágil recuperación económica española y estos buenos augurios llegan en un momento político oportuno para el Partido Popular (PP) y para el presidente Rajoy que deberán enfrentar elecciones en un momento en que dos partidos emergentes –Podemos y Ciudadanos- están retando a los partidos tradicionales –el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el PP- con el voto de los jóvenes y de millones de desencantados según lo muestra la más reciente encuesta sobre intención del voto que publicó El País: 22.5% para Podemos, 20.2% para el PSOE, 18.6% para el PP y 18.4% para Ciudadanos.
Serán elecciones históricas. No sólo por una muy pareja distribución de las preferencias electorales entre cuatro partidos políticos, por su hambre de participación (el 74.6% respondieron estar dispuestos a participar en las elecciones), sino también porque de mantenerse la fuerza electoral de los partidos emergentes, más allá de los resultados, obligarán a alianzas electorales con cambios programáticos que no se había visto en España.
Y si la política resentirá los efectos de una frágil, pero consistente recuperación de la economía con una importante tasa de paro sí, pero a la baja; también las oportunidades de inversión de un mercado ofertado se han convertido en campo de batalla de los grandes capitales globales.
La prensa española no deja de publicar los movimientos de Carlos Slim particularmente en el campo de la construcción y del sector inmobiliario a raíz de que asumió una posición mayoritaria en la constructora FCC, una de las más importantes del país ibérico. Desde esa posición estratégica Slim ya avizora hacerse de importantes participaciones en inmobiliarias, cementeras e, incluso, algunos edificios simbólicos cuyas cotizaciones aún resultan muy atractivas.
Por lo visto, la España de la post crisis no será la excepción: Su resurrección económica traerá consigo cambios en las estructuras políticas de hondo calado que pondrá bajo cuestionamiento el tradicional bipartidismo y a sus figuras emblemáticas, pero también nuevos grandes jugadores en la participación y el reparto de la riqueza y de los mercados que se había acumulado en las últimas décadas.
CUENTAS DE VIDRIO. Alfonso Navarrete es optimista y ha confirmado lo obvio: Que en 2015 se generarán 250 mil nuevos empleos menos que el año pasado por el recorte al gasto público. La realidad es mucho más cruda que lo dicho por el titular del Trabajo: Además del menor crecimiento económico esperado, la política de formalización de empleos del gobierno federal vista en 2013 y 2014 comenzará a agotarse en detrimento de las estadísticas oficiales de ‘nuevos empleos’ que presumió el año pasado. Espejitos…pues.