Pasito a pasito, Alan Pulido echa en cara sus derechos a los directivos de Tigres y prácticamente de todo el futbol mexicano. Su actual club, el Levadiakos de Grecia, ha decidido apostar por él, que se dice libre de contrato con el club regiomontano, situación que respalda el pase, provisional o no, que la FIFA le otorgó para jugar en el futbol de Grecia, por mucho que se revuelquen los directivos mexicanos y su “pacto de caballeros”, un candado que surgió a principios de siglo por “culpa” de otro “rebelde” llamado Gerardo Torrado.
El nuevo siglo estaba a punto de catapultar a un nuevo talento nacional al futbol europeo. Era el año 2000 y el joven Torrado había impresionado a los directivos del Tenerife, pues el volante escudo había llegado a Selección Nacional sin siquiera ser titular en su equipo, los Pumas; pero igual consiguió que lo prestaran al Tenerife durante seis meses, mismos que cambiarían la visión del jugador.
Y es que apenas terminó el préstamo de Torrado, Tenerife quiso comprarlo pero la ficha que Universidad le puso a la venta del canterano fue escandalosa.
El problema es que Gerardo había terminado contrato con Pumas, por lo que de acuerdo a las normas del futbol mundial, él podía contratarse con el club de su preferencia (al final, con tantas trabas sólo el Polideportivo Ejido de la Segunda División de España peleó por él). Lógica elemental, menos para el futbol mexicano donde desde entonces impera el famoso “pacto de caballeros”.
El caso Gerardo Torrado fue prácticamente el detonante de una ley no escrita que desde entonces ha tenido como objetivo “proteger” los intereses de los clubes mexicanos. Pero, ¿en qué consiste el “pacto de caballeros”?: en que no obstante un jugador termine contrato con “X” club necesita el visto bueno de éste para cambiar de equipo (y que dicho club acuerde un pago por su traspaso, a pesar de ya no tener derechos sobre él). Por supuesto que cuando un jugador negocia en el extranjero, la amenaza es que si el conjunto (digamos) europeo, no paga por él, entonces no se puede ir, y si se va (como en su tiempo Torrado o ahora Pulido), pues entonces estará bloqueado para actuar en México.
Pero bloquearlo para trabajar (jugar) en el país no es el único medio de presión. Está el caso de Carlos Vela, contratado por Arsenal cuando su contrato se extinguía con Chivas, que tuvo que bajar sus pretensiones por el delantero que se les podía ir libre en unos meses más. Jorge Vergara, dueño de Chivas, nunca perdonó a Vela y se las cobró en Selección, sólo que el chiste le salió invertido porque Vela empezó a triunfar en España con la Real Sociedad, mientras el Tri arrastraba el prestigio rumbo a la Copa del Mundo de Brasil 2014, a la que simplemente Vela no quiso asistir.
Alan Pulido sigue los pasos de Carlos Vela, Antonio de Nigris y, por supuesto, Gerardo Torrado, quien a final de cuentas detonó un candado laboral… todo por pelear por sus derechos de traspaso.