Volvió a ser el día de Apple. Robó espacio en prácticamente todos los medios de información, no solo por la presentación estelar, el Apple Watch del que previamente ya se había hablado pero del que ahora se dieron más detalles, como fecha de disponibilidad y precio, sino por la llegada de una nueva generación de computadoras portátiles, francamente de diseño y capacidades maravillosos.
El gran debate en esta ocasión, giró en torno a la viabilidad del Apple Watch. ¿Por qué se generan estas dudas en una compañía que los últimos 15 años ha mostrado que tiene capacidad de revolucionar industrias enteras, que se ha vuelto la marca más valiosa, y la compañía con el más alto nivel de capitalización a nivel global?
La primera razón, a diferencia de lo que ocurrió con los fenómenos iPod, iPad e iPhone, es que por primera vez, Apple no es el primero en llegar. Otras marcas tienen ya algunos meses con relojes inteligentes en el mercado, Samsung, uno de sus principales rivales es una de ellas, y su despegue no se ha dado; La segunda, tiene que ver con que aparentemente se trata de una industria, la de relojería, que viene en una tendencia negativa, donde el reloj se va quedando como un objeto de nichos o nostálgicos.
Finalmente, esta semana se han escuchado, visto y leído opiniones de personas que dicen que simplemente el Apple Watch no cumple con las características para irrumpir de la manera como lo han hecho los demás dispositivos de la marca de la manzana, en los diferentes segmentos.
No pretendo afirmar que el Apple Watch gozará de un éxito rotundo, pero sí me interesa rebatir los argumentos anteriores. Llegar después, no necesariamente es malo, y si no, pregúntenle al mismo Samsung que con sus generaciones de teléfono Galaxy, han puesto de cabeza a la empresa californiana.
Además, guste o no, Apple es Apple. Su marca transgrede más allá de las características de sus productos, o mejor dicho, excelentes productos. Es de esas pocas marcas capaces de generar una conexión emocional suprema, y convertirse en objeto de aspiración de millones de personas.
Segundo, es un error interpretar la llegada del Apple Watch como un producto que irrumpe la industria de los relojes. Un dispositivo que se conecta con un teléfono móvil, que cuenta con aplicaciones, conexión a internet, que permite recibir correos electrónicos, no es propiamente un reloj en la manera como lo hemos conocido tradicionalmente. Si de industria se trata, encuadra mejor en la apenas incipiente industria de las wearable technologies. Por tanto, todo lo que ocurre con las tendencias en consumo de relojes, no necesariamente aplicará para lo que acontecerá con el Apple Watch.
Finalmente, con respecto a lo que le falta al dispositivo para realmente incursionar como debiera, tengo mis dudas. Un reloj de 10 mil dólares, la versión de oro del mismo, no es demasiado descabellado en el mundo de las celebridades, por ejemplo, que gustan de mostrar los últimos gadgets en sus apariciones públicas. Además, habrá que considerar que buena parte del crecimiento de iPhone u otros teléfonos inteligentes, se sustenta en las aplicaciones desarrolladas por terceros, y creo que el Apple Watch abrirá todo un mundo nuevo de posibilidades para desarrollar aplicaciones realmente diferenciadas a las de los demás dispositivos, en temas de salud, por citar un ejemplo. Finalmente, creo que su diseño es muy especial.
Si estamos frente a una nueva revolución tecnológica no lo sabemos. Lo que sí creo es que con Apple Watch, la empresa de la manzana lleva ventaja frente a quienes llegaron antes.