TIXTLA. Dar los buenos días a sus hijos cada mañana ante una silla con una fotografía pegada se ha vuelto una religión para las madres de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

 

Ese pupitre situado en el patio central de la normal es testigo mudo de su amor maternal. Ofrecen una plegaria en silencio con la esperanza de encontrarlos vivos.

 

En la cancha principal aún está un árbol de navidad con frases dedicadas a sus seres amados, frases escritas de puño y letra dedicadas “a sus amores” en hojas de cuaderno. Ellas los siguen esperando.

 

En una de las bancas escolares un gran corazón de tela roja bordado con el nombre del normalista Felipe Arnulfo, desaparecido junto a 42 compañeros más el pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero a manos de policías municipales.

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Foto: Víctor Galindo

 

Junto a él, en el pupitre aledaño hay un globo con la figura de un carrito de juguete para Cesar Manuel, tampoco se sabe de él.

 

A Miguel Ángel Hernández lo espera con una con rosa de color blanco y otra de pétalos rosados, que habría recibido su madre el Día Internacional de la Mujer. Una pequeña tarjeta amarrada en al tallo dicta: “mujer segura deja huella por donde camina”.

 

El pupitre de Adan Abrajan recibe a diario la visita de sus dos hijos, una pequeña y un pequeño, que no se separan de las instalaciones del plantel. Esperan el regreso de su padre siempre acompañados de su madre Erika.

 

Aquí el tiempo pareciera que se detuvo, esta imagen esta intacta. como hace meses.

 

A casi seis meses de los trágicos sucesos ocurridos en Iguala, Guerrero, los padres de los normalistas desaparecidos realizaron su décima asamblea general, donde recordaron que su clamor de justicia y la exigencia de que les devuelvan a sus hijos siguen vigentes y por ello realizarán movilizaciones por la ciudad de México y el país para el próximo 26 de marzo, como parte de la décima acción global por Ayotzinapa.