La última edición de Vive Latino se convirtió en una plataforma más para que los artistas exigieran respuestas y justicia para las familias de los 43 normalistas desaparecidos.
Se trata del primer Vive tras lo sucedido en Iguala el pasado 26 de septiembre, por lo que desde el primer día bandas como 2 minutos se posicionaron por la causa, sin embargo, fue hasta el sábado cuando los 43 segundos de silencio pedidos por Caifanes y la cara de Peña Nieto atravesada por un signo de pesos mostrada por La Cuca lograron un mayor impacto dentro y fuera del Foro Sol.
Para la tercera y última jornada del festival, continuarían las muestras de solidaridad de parte de los esperados Molotov y Aterciopelados, que a la misma hora pero en diferentes escenarios urgirían por Ayotzinapa.
Molotov dedicó la mayor parte de su show a mostrar imágenes de los 43 estudiantes desaparecidos y las marchas organizadas por su búsqueda a la par de sus canciones famosas por siempre ser transgresoras como Gimme the power, Puto y Frijolero.
Por su parte, la agrupación liderada por Andrea Echeverri cambiaría la letra de su canción Candela, para entonar el nombre de aquella comunidad de Guerrero en tragedia.
Ritmos para todos los gustos
Además de ser un festival de gran carga política que consiguió que algunos incluso se dibujaron en su pecho la frase “Nos faltan 43”, esta edición del Vive Latino ha sido una de las más variadas en cuanto a géneros, desde la mezcla entre Genitállica y Paquita la del Barrio hasta el electro norteño de Bostich+Fussible.
Sin embargo, posiblemente el domingo fue el más variado: pasado el medio día el escenario Rockampeonato abrió con la cumbia de Dengue! Dengue! Dengue!, ritmo que se pudo escuchar durante todo el día y por todos los escenarios: Sonido la Conga que armó el “tibiri” en El Gozadero y hasta Jorge Drexler que se echó más de una rola bailable en el Tecate Titanium.
El lado romántico quedó en manos de Ximena Sariñana y su representativa voz, además de Los Ángeles Negros quienes trajeron junto a invitados como Los Bunkers y Saúl Hernández éxitos de antaño para los más nostálgicos.
Los beats electrónicos y el baile alocado estuvieron a cargo de Compass, colectivo integrado por integrantes de El Instituto Mexicano del Sonido y Toy Selectah, así como Die Antwoord, con su poderosa voz aguda y los bailes más sensuales que se pudieran ver en un domingo.
El final de la odisea rockera
Fueron tres días de música y baile, cada uno más concurrido que el anterior, cada uno con más dificultades para desplazarse de un escenario a otro y sobre todo con más frío e inevitablemente más cansancio.
Con la oscuridad de la noche del domingo no sólo se comenzaron a ver más abarrotadas las banquetas por aquellos que tras los tres días de fiesta prefirieron sentarse a tomar su chela que seguir la marcha en busca de más fiesta, sino también a quienes con la esperanza de aguantar hasta el final se echaron “una pestañita” veleda por alguno de sus “brothers”.
Así, mientras que algunos no dudaron en permanecer en pie de lucha hasta el cierre del último escenario donde se presentó la Diosa bloguera Galatzia, otros comenzaron a salir del recinto desde las 22:00 horas deseando llegar a una cama tan sólo para comenzar a cargar las pilas para el siguiente año, cuando la mayoría regresará a la verbena más importante de música en Latinoamérica.
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