La decisión empresarial del consorcio MVS de suspender la relación laboral con una de sus colaboradoras sigue levantando más ruido que nueces. Hay cuando menos cinco paradojas:
1.- Todos los seguidores de la Pasionaria Carmen Aristegui acusan al gobierno federal de vengarse por la revelación del asunto de la casa privada de la esposa del Presidente de la República. Y si bien Aristegui usó al equipo de MVS para una investigación que entregó a Proceso y a un diario extranjero, en MVS no difundió la nota. Por tanto es muy tramposo acreditar el despido al asunto de la casa presidencial.
2.- Al no ser un asunto de contenido de la programación, la decisión de MVS fue estrictamente laboral; como empleador, todo patrón tiene derecho de mantener o despedir a trabajadores, pasando obviamente por las leyes laborales. De ahí que el diferendo ya aceptado en privado por Aristegui es ir a tribunales laborales, aunque “su” audiencia sigue insistiendo en que se trató de un asunto de libertad de expresión. A lo largo de su relación con MVS Aristegui nunca fue censurada. Y el despido anterior ocurrió por acusaciones infundadas contra Calderón que resultaron una soberana mentira y que ella no reconoció.
3.- A diferencia del fundamentalismo de los seguidores de la Pasionaria, en México hay más libertad de prensa y de expresión que nunca: ahí están las marchas, las agresiones verbales a políticos, el sometimiento del Presidente de la República y su familia a un linchamiento sin precedente no sólo en redes no controladas sino en medios escritos y electrónicos. Los caricaturistas y columnistas opositores, activistas, disidentes o críticos publican absolutamente todo contra el poder y contra el Presidente. Pero para hacerlo se requiere de un acuerdo con los editores de respeto a la libertad. En su noticiero, Aristegui dijo todo lo que quiso, aunque violara los acuerdos suscritos con los dueños del consorcio. Por tanto, es mentira el argumento de que su despido fue un acto de censura.
4.- Hasta donde se tienen datos, el enojo de los dueños de MVS fue el uso de equipo y recursos de la empresa para realizar investigaciones que se entregaron a otros medios. Ninguna empresa periodística estadunidense permite que sus investigadores entreguen sus datos a otros medios porque pertenecen a la empresa. El caso de la investigación sobre la casa privada de la esposa del Presidente de la República se hizo desde MVS para beneficiar a Proceso y a la prensa extranjera y se entregó primero a corresponsales.
5.- Y como ocurrió a comienzos de 2011 con el asunto anterior del supuesto alcoholismo del entonces presidente Calderón como denuncia pero sin sustento de investigación, Aristegui fue despedida por MVS por haber violado el código de ética pero al final se dio la intervención del propio presidente Calderón para propiciar la reinstalación de la conductora en su programa. Así puede ocurrir ahora: sólo la intervención del presidente Peña Nieto -acusado sin pruebas de promover el despido- podría regresarle a Aristegui su programa en MVS o abrirle un espacio en medios del Estado. Al final, el sistema autoritario se permite ciertas licencias poéticas en la realidad política.
Auto victimizada para arropar su salida por razones laborales, Aristegui y los periodistas críticos han dejado pasar muchas oportunidades para reglamentar en leyes la función social del periodismo. La razón radica en confundir el periodismo de revelaciones con el periodismo militante, de causa social y política, sin el equilibrio entre la fundamentación y la denuncia, un periodismo antisistémico que es más política que periodismo.
A Aristegui sólo le queda el disfraz de la víctima en un asunto de relaciones laborales en una empresa privada que no supo resguardar en su contrato.