Nos quedamos perplejos cuando escuchamos al presidente Enrique Peña Nieto decir que “hay que blindar de la delincuencia organizada” a la nueva empresa productiva del Estado, comentaron varios asistentes a la ceremonia conmemorativa del 77 aniversario de la Expropiación Petrolera.

 

La perplejidad es porque este tipo de noticias no sólo entristecen sino que sacan de quicio a los que realmente quieren a su país. Efectivamente, hay grupos dedicados al robo y venta de diesel y gasolina extraída de forma ilegal de los ductos de Pemex. Pero para nadie es un secreto que personal de la empresa, así como autoridades de varios niveles de gobierno colaboran con aquéllos, dicen los enterados del “modus operandi”.

 

Y tiene razón el Presidente de la República cuando destaca la importancia de la discusión y eventual aprobación, en el Congreso, de la Ley General para Prevenir y Sancionar los Delitos Cometidos en contra del Patrimonio Nacional en Materia de Hidrocarburos, pero si no se actúa con firmeza para reducir esos delitos, pues por más moderna que sea la nueva ley, por más severos que sean los castigos, de nada servirán.

 

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Pasado el trago amargo de reconocer que la delincuencia organizada está causando estragos, el presidente Peña Nieto puso énfasis en su discurso de que hoy México cuenta con un modelo energético de vanguardia, y que gracias a la responsabilidad y compromiso de los legisladores, hoy tenemos un marco legal de avanzada, que reafirma la propiedad de la Nación sobre los hidrocarburos en el subsuelo.

 

Con la reforma energética, México podrá extraer petróleo en aguas profundas, aprovechar sus amplios yacimientos de recursos no convencionales e incrementar la disponibilidad de gas, de productos refinados y petroquímicos. Por estas razones, la reforma es el cambio económico más importante en los últimos 50 años, que consolida al sector como una auténtica fuente de prosperidad para los mexicanos. Está surgiendo un nuevo Pemex, más fuerte, más moderno y más competitivo, festejó el presidente de la República.  ¡Qué así sea!

 

En el mismo evento, el senador y dirigente de los trabajadores petroleros, Carlos Romero Deschamps, se refirió a los malosos que andan diciendo que por el recorte presupuestal van a despedir a decenas de miles de trabajadores de la nueva empresa productiva del Estado. Son, dijo, quienes “le apuestan a la descomposición del orden social e institucional para, a partir de ahí, según ellos, construir uno nuevo. También hay quienes insisten en su visión supuestamente progresista en demeritar a los trabajadores petroleros, argumentando que reducir su número es indispensable para mejorar el desempeño de Pemex. Para su desencanto, les podemos afirmar que no hay tales convenios para liquidar a miles de trabajadores petroleros”, dijo el líder.

 

Los petroleros, como participantes de una empresa fundamental para la economía del país, estamos plenamente conscientes del deterioro de las expectativas de crecimiento que se observan, del impacto negativo que significa la baja en los precios internacionales del crudo y la declinación sensible de algunos de nuestros campos. Situaciones, todas ellas, que aunque no conllevan participación directa de los trabajadores en esta realidad, nos comprometen a ser solidarios en la búsqueda de soluciones. Por ello, de tiempo atrás, hemos venido platicando de manera franca y transparente con nuestro director general, Emilio Lozoya Austin, para encontrar alternativas justas que a ambas partes beneficien, confesó el líder. ¿O sea?, preguntan los bisoños. ¿Pues que nada más van a despedir a algunos cuántos?

 

El director general de Pemex, Emilio Lozoya, hizo un reconocimiento a la entrega cotidiana de los trabajadores, quienes, dijo, son la mejor garantía de que Pemex una vez más saldrá adelante ante los retos que enfrenta por la caída de los precios internacionales del petróleo.

 

¡Bonita ceremonia, pues!