Nunca digas nunca fue mi oración por tres días, y el predicamento que dio inicio a tan cierta frase fue preguntar por primera vez a mi novio: “¿Me acompañarías a un cine porno?”. En el momento no pensé en sonrojarme o en reflexionar sobre cómo se tomaría aquella propuesta. Por suerte, hasta ahora lo estoy haciendo, de otro modo hubiera sido imposible mi visita a algunos de estos lugares.
No, no hablaré de mi vida amorosa, tampoco sobre técnicas para reavivar la pasión, sino de mi experiencia al intentar entrar a un cine porno, mejor dicho, a tres cines ubicados en el centro histórico del D.F: Cinema Río, Cine Venus y Cine Savoy.
Cinema Río
Como si fuera una turista –con cámara en mano, un cuadernito con la dirección apuntada, sin short ni chanclas porque hacía frío- recorrí la cera derecha de la calle de Cuba. Empecé desde Eje Central con paso acelerado; la incertidumbre me hacía casi correr. Pero mis pies empezaron a marchar lento cuando me acercaba a la fachada fotografiada por más de tres reseñas que leí del lugar, que anunciaba mi primera vez en un cine porno.