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Foto: AP

 

 

ISLA REY JORGE. Recorrieron a pie montañas nevadas. Se maravillaron con las focas a lo largo de la costa y con los pingüinos que caminaban sobre el hielo. Disfrutaron, incluso, el espectáculo de una ballena que arqueaba su lomo y que dejaba al aire su cola en medio de un mar de icebergs que se derretían.

 

También tuvieron que armarse de paciencia cuando su crucero quedó varado literalmente en el fin del mundo y lo único que podían hacer era mirar al cielo estrellado y esperar varios días hasta que la densa niebla se fuese y pudiesen volver a casa.

 

“En la Antártida puedes planificar todo lo que quieras, pero en realidad nunca sabes lo que va a pasar”, dice un dicho local.

 

Es la última frontera turística terrestre que los naturistas, los turistas de aventura y los exploradores se apresuran por visitar. Se calcula que esta temporada turística, que arranca en noviembre y termina en marzo, más de 37 mil personas caminarán por el continente más frío de la Tierra, un 10% más que la temporada pasada.

 

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