El contraste es brutal. Adentrarse en sus colonias, en sus calles y en sus casas es suficiente para que la desigualdad social estalle en la cara de cualquier observador. La opulencia y la miseria conviven por igual en Acapulco a unos metros de distancia; como lo hacen la seguridad privada y la violencia extrema.
En los últimos días cientos de periodistas venidos de la capital han llegado al puerto invitados a asistir a las reuniones anuales de los banqueros y al Tianguis Turístico en un territorio no mayor a 6.5 kilómetros lineales que es la distancia que separa al exclusivo hotel Princess del Centro de Convenciones Forum Imperial. Es el Acapulco diamante, el que está cercano al aeropuerto, el menos inseguro para eventos de esta naturaleza.
Y es que en Guerrero la violencia, la pobreza y la corrupción son cosa de todos los días, como lo reseña un reportaje de Arena Pública. Entre 2013 y 2014 Guerrero se colocó como el estado con el costo económico más elevado por los hechos delictivos que allí ocurren, según las cifras del Instituto para la Economía y la Paz (IEP, por sus siglas en inglés).
“Según el IEP, durante 2014 la violencia en Guerrero representó un costo per cápita de 43 mil 666 pesos; una diferencia de 8 mil 64 pesos respecto a los 35 mil 602 calculados en la edición para 2012 del mismo estudio, primera vez en que se hizo el ejercicio cuantitativo”. La alta tasa de homicidios lo coloca como el estado más violento del país. “Acapulco y Chilpancingo —sus ciudades más grandes y principales polos económicos— son dos de las cinco zonas metropolitanas menos pacíficas de México con tasas de 41.4 y 57 homicidios por cada 1,000 habitantes, respectivamente”.
En Guerrero no solo se requiere eventos y empleos; sino sobre todo instituciones que garanticen la normalidad para la convivencia social.
SÍGALE LA PISTA…
CUESTIÓN DE ATENCIÓN. En los últimos días algunos expertos económicos están profetizando en los medios que el banco central tomará la decisión de subir su tasa de referencia una vez que lo haga la Reserva Federal, no antes. A esta sesuda conclusión llegan después de escuchar algunas declaraciones recientes del gobernador Carstens. Si hubieran puesto atención a leer entrelíneas la minuta de la reunión de política monetaria del 29 de enero pasado, seguramente que no habrían necesitado tanto tiempo para llegar a esa conclusión. El 13 de febrero pasado (‘Los riesgos de la incertidumbre’), el día siguiente de publicada la minuta, dijimos aquí que “la Junta de Gobierno del Banco de México está pesimista sobre el desempeño económico para este año y ha dejado ver que no subirá la tasa de interés de referencia antes que lo haga la Reserva Federal estadunidense”. Esa fue la impresión que nos dejó aquella minuta. Ya veremos.
CIFRAS DE EMPLEOS, A MODO. En febrero continuó creciendo la generación de empleos formales producto de los programas de formalización emprendidos por el gobierno. Según Banamex, con cifras desestacionalizadas, habría crecido 0.31% respecto de enero; unos 54 mil nuevos empleos formales.
Si bien se observa una mejoría en la generación neta de empleos, no hay que olvidar que simultáneamente se están destruyendo empleos informales. De hecho el año pasado se generaron, en términos netos, solo 188 mil nuevos empleos según los cálculos de Banamex, que sería el menor dato desde 2006, lo que echa por tierra el discurso gubernamental. Aquí ya lo habíamos comentado (‘El engaño sobre el empleo’, 27 de febrero) con datos de los economistas de BBVA Bancomer, aunque ambas áreas de análisis difieren sustancialmente –a la baja- en el neto de empleos generados. En cualquiera de los casos, los dos bancos más grandes del país apuntan a que las cifras sobre la generación de empleos que usa el gobierno en sus discursos, siguen siendo engañosas.