Cuando era secretaria de Estado de EU, Hillary Clinton contrató a un equipo de expertos en tecnología para crear una cuenta de correo privada y ocultar un servidor que almacenara todas sus comunicaciones electrónicas en su mansión de Chappaqua, Nueva York. Desde México, pensaríamos que es una mujer inteligente que no quería que algún Snowden le robara sus archivos. Pero en Estados Unidos no son tan ingenuos como nosotros.
Bueno, al menos eso parece después del escándalo que se armó cuando The New York Times reveló el pasado 2 de marzo por la noche lo anterior. Y digo al menos, porque Michael S. Schmidt, el reportero que irrumpió con su historia en todos los medios electrónicos de esa nación no esperaba que su información tuviera tanto impacto.
Clinton dijo el 10 de marzo, durante una conferencia de prensa en Naciones Unidas, que creyó que sería más fácil tener un email, para el trabajo y lo personal, en lugar de dos. Nadie le cree.
Larry Klayman, fundador de Judicial Watch y Freedom Watch, demandó a Hillary y a William Clinton, su esposo, en una corte de Florida el pasado 24 de marzo, por presuntamente ser los operadores de una empresa criminal y por violar las reglas de acceso a la información de Estados Unidos.
El asunto es que Hillary Clinton es acusada de esconder información que debía estar en manos del gobierno y de los ciudadanos estadunidenses en caso de no poner en peligro la seguridad nacional.
Como escribe Schmidt en su primera nota sobre el caso: bajo la ley federal, de cualquier manera, las cartas y mails escritas y recibidas por oficiales federales, como la secretaria de Estado, son considerados parte del archivo del gobierno y se supone que deben retenerse para que los comités, los historiadores y miembros de los medios puedan encontrarlos. Hay excepciones en las que la ley determinará si deben hacerse públicos, pues puede ser información sensible o clasificada.
La demanda de Klayman indica que los Clinton usaban ese servidor secreto también para The Clinton Foundation, por lo que acusa a la ex secretaria y al ex presidente de operar a través de este sistema una empresa fantasma de favores políticos y actos de gobierno a cambio de donaciones, que son en efecto sobornos, para la Fundación y para pagar las presentaciones en público de Bill y Hillary.
Acusa que los Clinton negociaron, arreglaron e implementaron la venta de influencia y acceso a altos oficiales de gobierno y tomadores de decisiones, así como a actos oficiales.
La demanda, explica Larry Klayman a las autoridades, busca promover la apertura y la transparencia de asuntos de interés público que beneficien a los estadunidenses.
Dice que Hillary fue secretaria entre el 21 de enero de 2009 y el 1 de febrero de 2013 y, durante ese lapso, operó su empresa criminal.
Entre otras cosas, menciona que el Departamento de Estado filtró información al reportero David Sanger, del Times, quien reveló que el gobierno de EU y de Israel estaban detrás del sabotaje cibernético en contra de la industria nuclear de Irán (el virus Stuxnet y lo que vino después). Habla también de apoyos a empresarios chinos y otros gobiernos “enemigos”.
Pero eso y muchas preguntas más que se tienen desde el gobierno y varias solicitudes de información pendientes (FOIA) hacia el Departamento de Estado se quedarán sin respuesta, porque el servidor que estaba en el sótano de los Clinton ya fue eliminado de la historia.
Hillary dijo que entregó 34 mil 490 correos dos años después de dejar su oficina, pero que destruyó unos 32 mil mensajes, pues eran “privados”. Luego de conocerse dónde estaba toda la información y requerirse la entrega del servidor, uno de sus abogados dijo que ya todo había sido borrado.
Michael S. Schmidt, por su parte, ha dicho a medios estadunidenses que no pensó que su nota tuviera tanto impacto. Cuando recibió el tip, de una fuente que no revelará, se fue de vacaciones cinco días. Después estuvo de enviado otro par de días y al regresar a Washington durmió. El sábado, dos días antes de publicar su texto, lo mandaron a cubrir una boda en la noche. El lunes por la noche, el mundo le demostraba que tiene hambre de buena información.