El secretario de Hacienda Luis Videgaray y su equipo cercano enfrentan un problema mayúsculo de cara a la presentación del Paquete Económico 2016 al Congreso de la Unión en septiembre próximo y que arrancó con la presentación de los llamados ‘Pre-Criterios’ en cumplimiento de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.
El problema que enfrenta Videgaray es el descrédito de propios y extraños a la Hacienda Pública. Más allá de que el presidente Enrique Peña Nieto le haya refrendado su confianza en el cargo e incluso haya dejado correr públicamente la idea de que Videgaray es su ‘hombre de confianza’, ese refrendo presidencial no ha sido suficiente para restablecer la credibilidad perdida ante resultados mediocres y una gestión que no convence ni siquiera al interior de la dependencia que encabeza.
Videgaray ha buscado recientemente acercar la distante relación que mantuvo con las cúpulas empresariales y con algunos grandes empresarios desde que arrancó el sexenio. Lo hizo en su momento con la prensa internacional -particularmente británica-, sabedor de que su perfil académico y sus principales objetivos en torno a las reformas económicas serían afines a la prédica histórica de aquellos medios de comunicación de corte liberal. Más recientemente lo ha hecho con un grupo de medios de la prensa nacional -especializada y generalista-, particularmente con aquellos ‘más cercanos’.
Sin embargo, los ‘bandazos’ en la política hacendaria, las ‘medias-verdades’ al descubierto y los malos resultados económicos han sido mucho más poderosos que las estrategias de relaciones públicas y de cabildeo que se plantearon desde su oficina.
Por lo menos cinco de estos asuntos le han generado a Videgaray un descrédito mayúsculo: El primero, al iniciar el sexenio, fue el incremento intempestivo del déficit público después de que se había comprometido a mantener ‘cero déficit presupuestal’. Incluso Hacienda modificó los criterios para la determinación del déficit, generando la primera gran reacción de desconfianza.
El segundo asunto que le acarreó una crítica e incredulidad mayúscula fue no admitir que él y su equipo cercano cometieron repetidos errores en la gestión del gasto público durante 2013, más allá de las serias consecuencias sobre la economía derivadas de diversas medidas tributarias contenidas en la reforma fiscal.
El tercer asunto que golpeó su credibilidad tuvo que ver con las repetidas correcciones sobre los pronósticos económicos a lo largo de 2013 y 2014, siempre señalando a terceras razones como las causantes y nunca aceptando su responsabilidad. Incluso en los Pre-Criterios, Hacienda ya redujo -a la callada- su pronóstico de crecimiento económico para 2015 a 3.2%, sin decirlo expresamente.
La cuarta razón de su descrédito ha sido su insistencia con la generación de más de 714 mil nuevos empleos formales en 2014, cifra inconsistente con el comportamiento del consumo y de la demanda agregada de aquel año. Ya los propios analistas privados se han encargado de desmentirlo mostrando que la mayor parte de esos empleos ya existían y sólo se formalizaron. Una pifia para Videgaray y el gobierno.
La quinta razón de la desconfianza -si bien aún en gestación- ya le está acarreando mayor incredulidad a la ya acumulada y tiene que ver con los recortes al gasto público y el prometido presupuesto ‘base cero’ para 2016. Y es que tanto analistas independientes como ex funcionarios hacendarios de alto nivel han externado su escepticismo sobre la capacidad de ejecución de esta propuesta del secretario de Hacienda.
Y es que al descrédito en el que está sumida Hacienda abona un equipo cercano a Luis Videgaray -con contadas excepciones- con escasa experiencia y competencia profesional, pocas veces vista en una secretaría que tradicionalmente se ha enorgullecido de contar con cuadros técnicamente altamente experimentados.