CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco no ha querido olvidar en ningún momento de la Semana Santa que acaba de concluir la situación que viven los cristianos perseguidos y mientras mostraba su pesar por su sufrimiento también exigía mayores esfuerzos de la comunidad internacional.

 

El papa no ha dejado de recordar en los últimos meses el drama que están viviendo los cristianos en muchas partes del mundo, pero la noticia del ataque esta semana contra los estudiantes de esta fe en la Universidad de Garissa, en Kenia, que dejó 154 muertos, ha marcado aún más los mensajes de la Semana Santa.

 

Luego de celebrar la misa de Resurrección en la Plaza de San Pedro, colmada de fieles de todo el mundo pese a la lluvia, en su tradicional mensaje “urbi et orbi”, a la ciudad y el mundo, Francisco hizo un fuerte llamado a la paz al hablar desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.

 

El Papa llamó al cese del fragor de las armas en Siria e Irak, lanzando un reto a la comunidad internacional “para que no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados”.

 

Imploró paz para Tierra Santa “para que crezca entre israelíes y palestinos la cultura del encuentro y se reanude el proceso de paz, para poner fin a años de sufrimientos y divisiones”. Lo mismo hizo por Libia, “para que se acabe con el absurdo derramamiento de sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que respete la dignidad de la persona”. “Y esperemos que también en Yemen prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda la población”, agregó.

 

Francisco elogió, por otro lado, el acuerdo alcanzado entre Irán y la comunidad internacional el jueves pasado en Lausana, mostrándose esperanzado de que “sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno”. Luego de recordar a la “amada Ucrania” y auspiciar que reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes interesadas, Francisco mencionó a otros males: la esclavitud, el tráfico de droga y el tráfico de armas.

 

Luego de impartir la bendición, el Papa auguró a todo el mundo Feliz Pascua. “Gracias por su presencia en una jornada linda, pero también fea por la lluvia”, dijo también a la multitud, que durante la misa había convertido a la Plaza de San Pedro en una alfombra de paraguas. Y entre vivas y gritos de “¡Francesco!”, se despidió con el clásico “buen almuerzo, no se olviden de rezar por mí y arrivederci!