En Toluca, la capital del Estado de México, habitan más de 819 mil personas. Cómo toda capital estatal, su desarrollo político es de suma importancia para el resto de la entidad; en esta se concentran los poderes formales estatales (las instituciones legales), así como muchos de los poderes reales (los fácticos, sean legales o no). Por esto, la contienda por la presidencia municipal de Toluca crea especial interés en distintos grupos de poder que buscan aumentar su influencia.

 

Hoy, los candidatos verdaderamente competitivos para encabezar el ayuntamiento son dos: por el PRI, el diputado federal con licencia y exdirigente del Sindicato de Maestros, Fernando Zamora; y por el PAN, el exalcalde de Toluca durante el trienio 2006-2009, Juan Rodolfo Sánchez Gómez. El primero cuenta con el respaldo del aparato tricolor toluqueño (el alcalde interino es el priista Braulio Álvarez Jasso, exsecretario del Ayuntamiento), así como el apoyo de facto del gobierno estatal.

 

El segundo fue el panista que entregó el ejecutivo municipal al PRI después de 9 años azules. Entre el 2000 y 2009, el PAN gobernó la capital, comenzando con el triunfo del ingeniero Juan Carlos Núñez Armas (victoria en parte por el efecto Fox). La administración de Sánchez Gómez no convenció lo suficiente para poder refrendar una Toluca azul (además, Enrique Peña Nieto era en ese entonces un gobernador con popularidad creciente, así como un operador político efectivo). En 2009, los toluqueños decidieron regresar al PRI con el triunfo de la hoy senadora de la República, María Elena Barrera Tapia.

 

Las últimas cinco elecciones municipales han resultado en tres triunfos para el PAN y los dos más recientes para la coalición PRI-PVEM-NA. El antecedente más próximo, la elección de 2012, fue una victoria contundente para la coalición priista encabezada por Martha Hilda González Calderón, exsecretaria de Turismo en la administración estatal peñista: ganó por más de 20 puntos porcentuales al PAN. En aquella elección, el arrastre electoral que produjo la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, llevó el triunfo de la coalición Comprometidos por el Estado de México a Toluca y a otros 93 municipios.

 

En días recientes, el gobierno federal reafirmó, con un gesto oportunamente mediático, la importancia y la necesidad de una victoria clara en el Estado de México y en especial en su capital. Bajo la premisa de que en política no hay casualidades, el presidente Peña Nieto, acompañado del gobernador Eruviel Ávila y el alcalde Álvarez Jasso, entregó en Toluca (a menos de una semana del inicio de las campañas electorales federales) más de 740 patrullas para diversas corporaciones policiales de la entidad, así como 54 mil luminarias LED para 94 municipios mexiquenses. Esto no es una casualidad. Toluca importa, y mucho, al Presidente. La capital, junto con Ecatepec, Naucalpan, Metepec y Atlacomulco, conforman los cinco municipios en los que el PRI está obligado a ganar a como dé lugar, ya sea por su peso político y/o presupuestal o meramente por su peso simbólico, como es el caso de Atlacomulco, terruño de Enrique Peña Nieto.

 

Un triunfo en Toluca no significaría lo mismo para los dos partidos. De ganar el PAN, los azules tendrían en Sánchez Gómez un candidato natural para la gubernatura en 2017. En el PRI las cosas no son tan sencillas. El hecho de que Zamora gane Toluca no le garantiza en lo más mínimo ser candidato a gobernador; en el tricolor estatal hay varios perfiles identificables con muchas mayores posibilidades que Zamora. Pero en la política, volátil de por sí, uno no puede cerrarse a nada.

 

La contienda por la presidencia municipal de Toluca no es tanto un fin en sí mismo, sino un medio para competir por la gubernatura en 2017. Un hipotético triunfo azul significaría un reajuste considerable en la balanza del poder político estatal. Este escenario brindaría al PAN una mejor estructura para ejecutar una campaña de contrastes, basada en la baja popularidad del presidente Peña Nieto (que probablemente no fluctuará mucho de sus rangos actuales); aunque sería una campaña difícil, con los gobiernos estatal y federal jugando en su contra. Ganando el PRI la capital, la reedición de una gubernatura tricolor en 2017 sería bastante probable. La moneda está en el aire y aún no hay nada para nadie.