El domingo pasado el Instituto Nacional Electoral dio el banderazo de arranque a las campañas de los candidatos a diputados federales y locales, a presidencias municipales y a jefes delegacionales (las de gobernadores empezaron antes), que serán votados el domingo 7 de junio.

 

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Durante los próximos dos meses, los ciudadanos de 17 estados de la República y del DF podrán disfrutar de un buen número de espectáculos picantes y divertidos protagonizados por “chapulines”, payasos, malabaristas, futbolistas, actores y actrices… que nada saben de política, pero buscan un hueso.

 

El primero que abrió la carpa al público el mismísimo domingo fue el todavía dirigente del PRI, César Camacho Quiroz, quien tiene segura la diputación porque va como “pluri”.

 

El doctor Camacho explicó: La Cámara que habremos de elegir tiene una tarea histórica, completar el proceso transformador, hacer que el llamado “momento mexicano” se convierta en esperanza fundada de todos. “El reto de los futuros diputados no sólo será ganar votaciones, sino convencer en las discusiones, con la fuerza de los argumentos, para amacizar el proyecto de Nación próspera, segura y en paz, trazado por las reformas transformadoras ya aprobadas…”

 

No contó César con que los observadores no “acarreados” le respondieran: Lo menos que podrían hacer los demagogos es no seguir hablando de las reformas estructurales como el salvavidas de México, porque one more time, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, volvió a echarles a perder la fiesta al afirmar en entrevista a El Universal, publicada el lunes 6 de abril, lo siguiente:

 

“De las reformas no podemos esperar un milagro, ni tampoco que den resultados en este momento. Esto tomará aproximadamente 10 años”.

 

Con la pena, doctor, pero el llamado mexican moment nunca existió en la triste realidad de nuestro país, sino en un ingenioso encabezado periodístico del semanario británico The Economist, que no tardó mucho en advertir su error y en dar marcha atrás al fugaz entusiasmo.

 

En consecuencia, se equivoca el líder priista César Camacho al decir que la próxima Legislatura de la Cámara de Diputados hará que “el momento mexicano se convierta en esperanza fundada”.

 

Después de esta intervención de los observadores, cualquiera podría pensar quien se quedó perplejo fue César Camacho. ¿Perplejo? ¡Perplejísimo!, exclaman aquéllos.

 

Y ya encarrerados, los mismos observadores preguntan: ¿Y Manlio Fabio Beltrones Rivera? ¿Se hará cargo del golpeado PRI cuando el actual “dirigente” (Camacho) llegue a San Lázaro?

 

¿Se saldrán con la suya sus muchos adversarios que militan en el primer círculo del presidente Enrique Peña Nieto, que harán hasta lo imposible para que no llegue a la diligencia nacional del PRI porque temen que desde esa posición construya su candidatura presidencial 2018?

 

¿Podrá el presidente de la República darse el lujo de prescindir del experimentado Jefe de Jefes, que tan útil y leal ha sido para lograr la aprobación legislativa del paquete de reformas?

 

¿Tendrá Peña Nieto la voluntad suficiente para seguir gobernando, no solamente con los actuales integrantes de su gabinete –algunos de ellos francamente impresentables–, sino con los mejores políticos disponibles, aunque no sean miembros de su séquito incondicional?

 

AGENDA PREVIA

 

Hasta el día de ayer, por lo menos una docena de futuros compradores –nacionales y extranjeros– había adquirido las bases para participar en la licitación de los nueve ingenios que actualmente administra el Fondo de Empresas Expropiadas del Sector Azucarero (FEESA).

 

Algunos de los interesados en las factorías son: Zucarmex-Cargill, Grupo Azucarero México (GAM), PIASA, los guatemaltecos (dueños del ingenio Pantaleón), entre los más conocidos. Se dice que los paquetes más apetitosos son: Emiliano Zapata-Casasano; El Potrero y San Miguelito, y el ingenio Plan de San Luis.