En México hay más de dos millones de trabajadores agrícolas que sufren abusos y semiesclavitud en 18 estados. El 60% de ellos son indígenas provenientes de las entidades con mayor pobreza, como son Guerrero, Chiapas y Oaxaca, reveló un informe de la organización no gubernamental Red de Jornaleros Internos.
Los jornaleros de México son los eternos olvidados, sus historias salen a la luz solo cuando hay “rescates” masivos de personas semiesclavizadas o prolongadas huelgas, pero pronto vuelve el silencio y el producto de su trabajo sigue llenando supermercados en Norteamérica mientras ellos duermen en el suelo.
“Pareciera que es conveniente sacar el tema de vez en cuando, diciendo que se rescata a poblaciones vía inspecciones. Es una estrategia del Gobierno” para hacer ver que se está haciendo algo, dijo a Efe Margarita Nemecio, coordinadora del área de Migrantes y Jornaleros Agrícolas del centro Tlachinollan.
Uno de los últimos “rescates” más sonados sucedió hace tres semanas, cuando las autoridades mexicanas encontraron a cerca de 200 jornaleros que trabajaban en condiciones inhumanas en un campo de Baja California Sur; días después 49 indígenas mixtecos eran librados de trabajar en la semiesclavitud en Colima.
Todo ello mientras en San Quintín (Baja California) llevan semanas haciendo paros en protesta por sus condiciones laborales.
En la organización no gubernamental Red de Jornaleros Internos, a la que pertenece Tlachinollan aseguran que tras esos “rescates” la vida de los jornaleros no cambia tanto.
“No hay seguimiento más allá de las sanciones” y sus condiciones “no mejoran”, agregó Nemecio.
Personas que no tienen recursos en sus zonas de origen y tienen que emigrar, generalmente al norte, para trabajar en empresas trasnacionales que les proporcionan alojamiento para ellos y sus familias.
Los trabajadores “rescatados” de Baja California Sur vivían bajo amenazas, en chozas provisionales elaboradas de ramas, plásticos y sacos, en medio de basura y lodo, con poca agua y baños sucios.
“Hemos visto cómo les cierran las llaves de paso del agua o se agarra de los canales de riego para abastecer las regaderas (duchas) y sanitarios. Es agua sucia contaminada por pesticidas y químicos”, cuenta Nemecio.
Manuel (nombre ficticio) es de Guerrero y lleva 24 años viajando al norte, a Sinaloa, como jornalero. Normalmente viaja de septiembre a mayo, aunque este año regresó antes del fin de la cosecha.
Trabaja para una compañía canadiense dirigida por vietnamitas que no saben casi español. “Nos tratan mal de por sí”, cuenta a Efe este hombre de 64 años que viaja con su familia.
Dice que cobra unos 80 pesos diarios (5.3 dólares), 12 pesos (0.8 dólares) por caja de verdura recolectada. Cinco o seis cajas por día, trabajando de siete de la mañana a una de la tarde y el resto de la jornada la dedican a “arrancar quelite” (hierbas salvajes).
Viven en los barracones que les dejan los dueños de la empresa y duermen en el suelo de una habitación.
Este jornalero pasa la mitad del año en Sinaloa y la otra mitad en Ayotzinapa, municipio Tlapa de Comonfort. El tiempo que está en su tierra sobrevive con lo ahorrado, unos 12 mil o 13 mil pesos (866 dólares).
Efe se puso en contacto con la empresa para la que Manuel trabaja, Golden Fields, ubicada en el municipio de Costa Rica. Uno de los capataces, Let Tran, asegura que los trabajadores están satisfechos y lo demuestra el hecho de que “regresan cada año“.
Tran dice desconocer los sueldos en un principio, pero al saber de la entrevista con Manuel rechaza que ese sea su sueldo.
Pagan, asegura, “dependiendo de las horas que trabajan” y del tipo de actividad que desempeñen, entre los 126 pesos al día (8.4 dólares) y los 170 pesos (11.3 dólares), aunque algunos días “pueden recibir paga doble”.
Tran cree que en su empresa los jornaleros sí son bien tratados, pero dice que hay compañías alrededor, sobre todo las chinas, que sí los tratan mal.
En Golden Fields, asegura Tran y confirma Manuel, no se permite el trabajo a menores de edad y hay una escuela a la que acuden los niños. Esto no ocurre en todos los campos donde todavía trabajan menores.
Según el informe de la Red de Jornaleros Internos, del total de campesinos, el 20 % tienen menos de 18 años, lo que supone más de 433 mil personas. La organización ha documentado que desde 2007 al menos 40 niños han muerto en campos agrícolas y la situación está lejos de mejorar.
GH