El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano, fallecido hoy a los 74 años, era una de las voces más críticas de la literatura latinoamericana y entre sus numerosas obras destaca Las venas abiertas de América Latina, toda una declaración de principios y su libro más leído.

 

Un libro que apareció en 1971 y que es por derecho propio uno de los clásicos de la literatura política en español, en el que analizaba con precisión la historia del continente hasta ese momento.

 

Tenía poco más de 30 años cuando lo publicó pero ya tenía una carrera consolidada, que empezó precozmente en 1963 con Los días siguientes, que apareció cuando el autor contaba con solo 23 años.

 

Eduardo Germán María Hughes Galeano nació el 3 de septiembre de 1940 en Montevideo en una familia acomodada, hijo de Eduardo Hughes Roosen y de Licia Esther Galeano Muñoz, de quien tomó el apellido para su carrera literaria.

 

Se introdujo en el mundo del periodismo con 14 años de edad, dibujando caricaturas políticas.

 

Posteriormente fue redactor jefe del semanario Marcha (1961-1964), una publicación en la que colaboraron nombres como Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti.

 

También fue director del diario Época (1964-1966) y director de publicaciones de la Universidad de Uruguay (1964-1973).

 

Ese último año se exilió en Buenos Aires, donde fundó la revista Crisis, que también dirigió. En 1976 continuó el exilio en Barcelona (España).

 

Su regreso a Uruguay se produjo en 1985, una vez restaurada la democracia.

 

China (1964), Guatemala, país ocupado (1967); Reportajes (1967), Los fantasmas del día del león y otros relatos (1967) y Su majestad el futbol (1968) fueron sus primeros libros, todos con un gran contenido político.

 

Influencia internacional

 

Una obra que los críticos literarios consideran influenciada por los italianos Cesare Pavese y Vasco Pratolini, los estadunidenses William Faulkner y John Dos Passos y españoles como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado, Pedro Salinas y Luis Cernuda.

 

El punto de inflexión en su carrera lo marcó Las venas abiertas de América Latina, que él describía como “una contra-historia económica y política con fines de divulgación de datos desconocidos“, y por el que obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba y, dos décadas más tarde (1999), el Premio a la Libertad Cultural de la Fundación Lannan de Estados Unidos, dedicada a promocionar la literatura contemporánea y las artes visuales.

 

Un libro que está ligado a una anécdota: en 2009 el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, le regaló un ejemplar a su homólogo estadounidense, Barack Obama, durante la cumbre de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas).

 

Galeano también publicó Vagamundo (1973); La canción de nosotros (1975); Días y noches de amor y guerra (1976); y Los nacimientos (1982), primer volumen de su trilogía Memorias del fuego, formada por Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986).

 

Después llegaron su ensayo El libro de los abrazos (1989); la novela ilustrada por el grabador brasileño José Francisco Borges Las palabras andantes (1993); El futbol a sol y sombra (1995); Patas arriba (1998); Bocas del tiempo (2004); y sus relatos Espejos. Una historia casi universal (2008), publicados al año siguiente de que el escritor superase una operación de cáncer de pulmón.

 

Recibió, entre otros reconocimientos, el Premio Casa de las Américas (1975) por su novela La canción de nosotros; el mismo galardón en la categoría Testimonio en 1977 por Días y noches de amor y de guerra; el American Book (1991) por su trilogía Memorias del fuego; el Córdoba de Comunicación Social (2006); Ciudadano Ilustre de Montevideo (2008); Ciudadano Ilustre por la organización Mercosur (2008); y la Medalla de Oro del madrileño Círculo de Bellas Artes (2009).

 

Fue miembro del jurado del Tribunal Permanente de los Pueblos (1988), que juzga la política del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), y uno de los promotores de la Comisión pro-referéndum de su país contra la ley de punto final (16 abril 1989).

 

El último acto público de importancia en el que participó fue la inauguración de la II Bienal del Libro de Brasilia, en febrero de 2014.

 

Desde entonces sus apariciones fueron muy pocas, aunque no dejó de escribir hasta el último momento y de mostrar sus opiniones políticas, futboleras o literarias, cuando le eran requeridas.

 

“Hay dolores que se dicen callando. Se dicen callando, pero duelen igual. Como nos duele la muerte del Gabo García Márquez”, dijo el 18 de abril del pasado año tras la muerte del escritor colombiano.

 

Y pidió algo que se puede aplicar ahora con su fallecimiento: beber “mas de una copa a la salud del saludable Gabo para reírnos juntos, porque vivo seguirá mientras sus palabras vivan y rían y digan”.  DM