MADRID. El Premio Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias de las Letras de 1999, Günter Grass, fallecido este lunes, encarnó en su obra, desde sus primeros poemas y obras de teatro hasta sus últimas obras autobiográficas, como pocos otros las contradicciones de la historia alemana.
Experto en agitar conciencias y en derribar tabúes, el escritor alemán logró que la Fundación Príncipe de Asturias concediera en 1999, por primera vez en su historia, su galardón de las Letras a un autor en lengua no española.
Hasta entonces el premio se había circunscrito en su faceta internacional al ámbito iberoamericano, pero la “excepcionalidad” de la trayectoria “cívica y humana” del escritor alemán fallecido hoy, hizo que el jurado cambiara su criterio, una decisión con la que además se adelantó en tres meses a la concesión del Premio Nobel de Literatura.
El autor de El tambor de hojalata solía decir que ambas distinciones eran igual de importantes y cuando en octubre acudió a Oviedo a la gala de los Príncipe de Asturias, hizo una encendida y apasionada defensa del libro y la lectura.
Si algún día la especie humana se aniquilara a sí misma, la literatura “tendría la última palabra, aunque sólo fuera en forma de octavilla”, dijo Grass en el auditorio del Teatro Campoamor, en un discurso en el que su habitual espíritu crítico y antitotalitario no defraudó.
“Como galardonados somos, por así decirlo, las luces de cola de un periodo horrible, todavía hoy aferrado a los dogmas”, proclamó Grass, quien aseguró que “la Historia seguirá proyectando su sombra hasta muy entrado el próximo siglo”.
“No podemos escapar a ella; nos convierte en rumiantes, y todo lo que, mal digerido, producimos seguirá interponiéndose en el camino de la generación actual y de la futura: excrementos en cuya costra seca se podrá leer”, añadió.
Llevando esta exposición previa a su caso personal, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras resaltó que la Historia, sobre todo la alemana, se interpuso en su camino. “No ha habido forma de esquivarla”, aseguró.
Su trayectoria literaria da fe de ello, desde su primera obra, El tambor de hojalata (1959), piedra angular de la literatura europea de posguerra, a la más reciente A paso de cangrejo (2002), en la que se atrevió a hablar de las víctimas alemanas de Hitler, pasando por sus polémica biografía Pelando la cebolla (2007), donde reveló su breve paso por las SS.
El jurado de los Príncipe de Asturias destacó que la escritura de Grass, “constituye un servicio apasionado a los valores de la libertad, de la defensa de los débiles y un apoyo decidido a los elementos que fundamentan los sistemas democráticos modernos“.
Lo cierto es que Grass nunca eludió ningún tema de actualidad, por conflictivo que fuera. Así, cuando en febrero de 2003 presentó en Madrid su novela A paso de cangrejo, lanzó una dura reprimenda al Gobierno español, entonces presidido por José María Aznar, por la guerra preventiva en Irak.
“No me quiero inmiscuir, pero creo que Aznar está sordo y está actuando de una manera muy poco democrática. Hace mal aliándose con Berlusconi, y, si es amigo de Bush, a los amigos hay que decirles la verdad”, dijo entonces.
“La democracia en España es joven, como lo fue en su día en Alemania, y si se desprecia la opinión del pueblo se produce una recaída a tiempos predemocráticos”, argumentó.
Y subrayó: “Soy escritor, pero ante todo soy un ciudadano que vive en un país, tengo mis propias opiniones y las digo, y lo que pasa es que casi siempre suelen ser de carácter político“. DM