MONTEVIDEO. Cientos de uruguayos y extranjeros despidieron este martes a Eduardo Galeano, un escritor que moldeó la utopía de la izquierda latinoamericana con Las venas abiertas de América Latina y dejó una treintena de otras obras literarias.
El coche fúnebre fue recibido con honores por la Guardia de Honor de un batallón de infantería, que escoltó el féretro de Galeano hasta el centro del salón, donde a los pocos minutos ya reposaba rodeado de coronas de flores y cubierto por una bandera de Uruguay.
El vicepresidente de Uruguay, Raúl Sendic, también titular de la Asamblea General, presidió el inicio del velorio, pero la primera ciudadana que entró fue Estrella Cornejo, una mujer que no escatimó los elogios a Galeano no solo como escritor sino como vecino. Era “un galán, todo un caballero” que será recordado por una obra de “trascendencia internacional”.
“Siento un profundo respeto y no estar aquí sería un pecado. Va a ser una jornada multitudinaria”, dijo Cornejo, la primera ciudadana en acceder al Salón de los Pasos Perdidos, en el que durante siete horas se velan los restos del autor.
La familia del escritor, cuyos restos serán cremados mañana, miércoles, también se hicieron presentes en la sala y se ubicaron en sillas reservadas junto al féretro, mientras ciudadanos jóvenes y mayores, con flores, con cartas y otros detalles, rendían homenaje póstumo del escritor.
Los restos de Galeano, quien falleció el lunes a los 74 años, eran velados en la sede del Parlamento.
Grande y brillante: Tabaré Vázquez
“Era un gran uruguayo, un gran latinoamericano y un brillante escritor”, dijo el presidente Tabaré Vázquez en el velatorio celebrado en el Parlamento de Uruguay esta tarde.
“Lamentablemente en los últimos años hemos perdido a grandes uruguayos: Juan Carlos Onetti, Idea Vilariño, Mario Benedetti, China Zorrilla, Carlos Páez Vilaró, y en este momento a Galeano. Pero todos ellos quedan en el corazón de todos los uruguayos, y en el caso particular de Galeano en el de todos los latinoamericanos”, expresó el mandatario.
“Galeano fue un gran inspirador. Yo pertenezco a una generación que se inspiró en Galeano”, dijo a The Associated Press la ministra de Cultura de Argentina, la cantautora Teresa Parodi, que asistió en representación del vecino país.
“Él, y otros escritores de América Latina nos dieron argumentos convincentes para ponernos en la vereda de la transformación de América Latina, a soñar esa transformación. A Galeano lo frecuentábamos por eso, porque nos confirmaba quiénes somos y quiénes queremos seguir siendo”, añadió.
Sin embargo, Parodi agregó que América Latina hoy ya no es la que Galeano describió en “Las venas abiertas de América Latina”.
Olga Contreras, una traductora y terapeuta guatemalteca, lucía emocionada. Hace un par de días compró un libro de Galeano en Buenos Aires y viajó a Montevideo con la esperanza de cruzárselo en la calle. Pero llegó y se enteró de su muerte.
“Vine a presentarle mi respeto y mi gratitud”, dijo con evidente emoción a la AP. “Era un escritor que llamaba las cosas por su nombre. El libro que escribió sobre Guatemala (‘Guatemala, país ocupado’) es excelente”.
Cubierto con una bandera uruguaya y dos ramos de rosas, unas rojas y otras blancas, el féretro de Galeano fue ubicado en el centro del Salón de los Pasos Perdidos, una sala amplia totalmente revestida de mármol y granito, que separa las cámaras de senadores y diputados y lleva ese nombre porque allí cavilan los legisladores sus decisiones más difíciles.
A la entrada, los concurrentes firmaban dos libros de condolencias. “Eras y sos un referente en mi vida. Seguiré tus pasos desde donde te encuentres. Te amo”, escribió alguien que firmó Cristina.
Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940 en una familia acomodada de la cual se fue distanciando. Se ganó la vida como operario en una fábrica, dibujante, mecanógrafo y empleado bancario, entre otros trabajos, antes de comenzar a descollarse como periodista y escritor.
El escritor deja una treintena de libros que fueron traducidos a más de veinte idiomas. Entre ellos se encuentra “Las venas abiertas de América Latina”, una especie de biblia para la izquierda latinoamericana que denuncia la expoliación y el saqueo del continente por parte de las potencias europeas y luego por Estados Unidos.
Sobre el final de su vida, Galeano dijo que no volvería a leer Las venas abiertas de América Latina, ya que le aburriría. Admitió que cuando la escribió no tenía suficientes conocimientos de política y economía.
Su confesión alimentó la polémica sobre la obra del escritor, a la cual sus detractores consideran que, más allá de las virtudes de su estilo literario, adolece de falta de rigor y es esquemática en exceso.
Justamente el coraje de admitir su cambio de parecer respecto a su obra principal fue uno de los puntos que destacó el senador socialista uruguayo Daniel Martínez. “Fue muy crítico, incluso consigo mismo. Buscaba siempre mejorar”, señaló. “Va a trascender en la historia, con amigos y enemigos. Los hombres que trascienden generan eso: adhesiones y gente que te cuestiona”.
El diputado José Carlos Mahía, también del Frente Amplio, dijo que Galeano cimentó su popularidad al escribir “de temas muy populares, como la política, el fútbol y el amor. El suyo fue un gran aporte a la identidad y a las letras latinoamericanas, uno de los mayores de los últimos 40 años”.
Mahía, que es profesor de historia, dijo que los textos de Galeano lo acompañaron como referencia durante sus estudios y admitió que se sorprendió cuando el escritor criticó su obra más popular.
“Me sentí un poco sorprendido con sus dichos, pero él era dueño de su obra y sin duda fue una declaración muy corajuda”, dijo el diputado.
Otras de las obras destacadas de Galeano son Memorias del fuego, Días y noches de amor y de guerra y El Libro de los abrazos. También dedicó un libro, El fútbol a sol y sombra, a su deporte preferido.
Galeano deja tres hijos, el primero de ellos de su primer matrimonio y dos de su segunda unión. Al momento de fallecer estaba casado en terceras nupcias.
Entre las muchas coronas de flores que despidieron al escritor en el Salón de los Pasos Perdidos podían verse una enviada por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, otra de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) con la leyenda “a nuestro maestro” y otra de un grupo que reivindica a los indios charrúas que rezaba “gracias por luchar por la causa indígena”.