En Los Pinos parecen estar empeñados en no aprender la lección. Por el contrario, el presidente Peña Nieto y sus asesores piensan que esta vez la estrategia de magnificar las cifras y crear altas expectativas sobre el rumbo futuro de la economía sí les dará resultados; por lo menos para sacar adelante las elecciones intermedias que están a la vuelta de la esquina.
Ayer en el evento que se organizó en Los Pinos para anunciar el inicio de la construcción de una planta de Toyota en Celaya, Guanajuato, escuchamos a un Presidente urgido de dar buenas noticias, forzando un mensaje triunfalista a partir de datos económicos de corto plazo que aún tendrán que probar su tendencia positiva e incluso con datos que ya han sido cuestionados.
En su discurso Peña Nieto mencionó tres datos para asegurar que la economía está despegando y que es objeto de la confianza de los inversionistas. Primero aludió a la inversión extranjera directa que entre 2013 y 2014 sumó 66 mil millones de dólares, subrayando que ésta fue 24 mil millones más que la inversión que se recibió entre 2011 y 2012.
El dato que dio el Presidente está distorsionado por la operación de compra de acciones de la cervecería Modelo que en 2013 realizó la belga Inbev. Una operación superior a los 15 mil millones de dólares según los registros de la secretaría de Economía. En 2014 la inversión extranjera directa fue de 22,500 millones de dólares, un monto considerado “normal” para los promedios anuales de inversión en la economía mexicana; y de los cuales poco más de 4 mil millones se refieren a nuevas inversiones. Así que esta es una cifra que aún no puede presumir el Presidente.
El otro dato que utilizó Peña Nieto fue el de la generación de empleos formales según los registros en el IMSS al primer trimestre de este año: 298 mil 600 plazas, lo que representa 42 mil más que en el mismo periodo del año pasado. Aún habrá que ver cuántas de estas plazas son realmente empleos nuevos o fueron producto de las políticas de formalización de empleos informales ya existentes.
Y es que de la generación de empleos formales registrados el año pasado, y que superaron los 700 mil, la gran mayoría tuvieron que ver con la formalización de empleos informales, según los análisis que publicaron Banamex y BBVA Bancomer. Si bien INEGI reporta una menor tasa de desocupación, ésta no es congruente con las aceleradas tasas de crecimiento de generación de empleos formales que ha dado a conocer el IMSS; y ese señalamiento no es menor cuando se trata de sacar conclusiones como las que lanzó el Presidente.
El tercer dato que ayer mencionó Peña Nieto en su discurso fue la colocación que hizo el gobierno federal hace unos días de un bono nominado en euros a 100 años de plazo y que tuvo una fuerte demanda en los mercados internacionales. Sin duda que esta colocación habla bien de los estrategas financieros de Hacienda para colocar esta deuda en momentos en que las tasas de interés aún se encuentran históricamente bajas y antes de que inicien un esperado repunte. Sin desmerecer la confianza de los inversionistas en la economía mexicana, los premios que paga la deuda mexicana en general son altamente competitivos y atractivos para los inversionistas en todo el mundo.
Ayer con el anuncio de la inversión en una nueva planta automotriz, Peña Nieto vio la oportunidad de retomar ese discurso triunfalista a partir del hecho de que la inversión automotriz está llegando al país en grandes cantidades. Sin duda que es una buena noticia.
Sin embargo el discurso oficial que otra vez ha enarbolado el gobierno se sustenta en unos cuantos datos para lanzar las campanas al vuelo sobre el despegue de la economía. Es generar expectativas con pies de barro. Ya en el pasado esta estrategia le costó caro cuando la realidad se impuso en varias ocasiones y la confianza en la palabra del Presidente y de su secretario de Hacienda se hizo añicos.
Pero la prudencia en este ámbito no parece figurar en el diccionario de Los Pinos.