Al director Sam Mendes y a Daniel Craig no les gustan los teléfonos de Sony, creen que no es el mejor producto del mercado. Eso le podría importar un carajo a los ejecutivos japoneses, lo cierto es que eso ha generado un gran pleito interno y vergüenza, porque Sam es el director de la nueva cinta de James Bond, y Daniel es el agente 007.
El 15 de octubre de 2014 la coreana Samsung ofreció cinco millones de dólares para que uno de sus teléfonos apareciera en la nueva película del agente británico. Product placement le llaman, o lo que es lo mismo, un comercial que parezca una coincidencia dentro del guión. Millones de personas deseando un producto, una bebida o conocer la Ciudad de México, porque es parte de la vida del agente secreto. Omega ha pagado un millón de dólares por aparecer en la historia y Heineken ha invertido hasta tres millones de dólares por ser un personaje más de la historia.
Para la grabación de Spectre, los directivos de Sony Pictures, EON Productions y MGM anticiparon un gasto de alrededor de 200 millones de dólares, pero al hacer bien las cuentas, se enteraron de que gastarían alrededor de 300 millones de dólares, con lo que sería una de las películas más costosas hasta la fecha. La presión era extrema, debían bajar a 250 millones de dólares el presupuesto. Una sugerencia fue ser más agresivos con la venta de espacios comerciales en la película.
México les ofreció un incentivo, así le llaman en las películas, de 20 millones de dólares a cambio de escenas que combatieran la imagen negativa del país. Cuatro minutos de fama a cambio de 14 millones de dólares, y la promesa de otros 6 si logran proyectar a la Ciudad de México como una urbe moderna.
Por eso llamó mucho la atención la oferta de Samsung, que les puso sobre la mesa 5 millones de dólares para que su teléfono apareciera en la película acaso unos segundos, como el dispositivo móvil de Bond, pero además otros 50 millones de dólares de comerciales alrededor de Spectre. Les pusieron en la mano efectivo sin condiciones, y un apoyo adicional para la promoción de su película una vez terminada.
Cuando ese anuncio llegó, los directivos involucrados en la película (de Sony Pictures y MGM, básicamente) le informaron a Sony Electronics que su oferta por aparecer en la película tenía que ser igual de alta y tenía que estar abierta a escuchar una propuesta.
Andrew Gumpert, presidente de asuntos corporativos y operaciones de Columbia Pictures, le dijo a Michael Lynton, CEO de Sony Entertainment, que además del factor económico que esta oferta representaba, había que tener en cuenta el factor creativo.
“A Sam y a Daniel no les gusta el teléfono Sony para la película, el pensamiento, subjetivo-objetivo es que James Bond sólo usa lo mejor, y en sus mentes, el teléfono Sony no es el mejor”, explicó Gumpert.
Una vez dicho eso, le pidió a Michael Lynton hablar con los japoneses encargados de los dispositivos electrónicos de Sony y decirles que debían armar una propuesta económica justa, apegada al mercado. Con ella, debían ir con Sam y Daniel a convencerlos en la parte creativa, de incentivar el uso de una u otra marca.
Unos días antes de la oferta de Samsung, iban a pedirle a Sony 18 millones de dólares para promoción, 5 millones de dólares para Daniel Craig y 5 millones de dólares para la producción. La idea era plantearle el presupuesto a Kaz Hirai, el presidente y CEO de Sony Corporation. Pedían 28 millones de dólares.
Sony Electronics ya había enviado los diseños del Z4, teléfonos planeados para salir al mercado entre mayo y noviembre de 2015. Sam y Daniel los vieron y simplemente dijeron que no creían que fueran los mejores teléfonos. Había que convencerlos, pues otras ofertas, mejores ofertas, estaban en espera de respuesta.
En noviembre de este año sabremos cuál es el teléfono que James Bond vende como si fuera una casualidad del guión. Aunque desde antes sabemos cuál es el que considera que el mejor agente del mundo no deba usar. Probablemente también tenga su opinión de México, pero sólo veremos la versión de ella que los publicistas de Bond, James Bond, nos puedan construir.