Piernas cansadas, velocidad hace tiempo ya dejada, pancita que se asoma en la camiseta poblana, aunque con el eterno número 10 en la espalda. Minuto 69 del adiós. 21 minutos para el último emperador: Cuauhtémoc, 42 años y el trofeo en lo alto; una Liga y dos Copas, (qué mejor que la de ayer fuera ante Chivas 4-2: ¡Puebla campeón!) quizá demasiado poco para quien hizo tanta poesía en cada estadio.

 

Ceño fruncido, andar encorvado, mundialista en tres ocasiones, uno de los máximos exponentes del americanismo exacerbado; odiado, temido, amado. Cuauhtémoc Blanco es fuego, más del prototipo de ave Fenix, que del significado de su nombre que hace referencia al águila que desciende. Debe ser su pasado siempre ligado al América, el que acostumbra cobijarle de plumas. De esa aura especial que tienen los héroes y antihéroes, a los que el tiempo respeta hasta dejarlos en la visión como intemporales.

 

Porque Blanco ya era Blanco antes del siglo. Bravo, rebelde, indomable, desde el lejano 1992. Desde Tlatilco, pasando por Tepito, hasta la Central de Abastos en Iztapalapa. Ayer, El Temo, quien recorrió Valladolid, Chicago, Torreón, Sinaloa, no podía faltar en un modesto estadio poblano.

 

Cosas del futbol y sus caprichos, que a veces reserva el más deslumbrante de sus escenarios para el adiós de una estrella o, como ayer, guarda un recinto que ni siquiera es de Primera División natural para que el estelar le deje un sello de imborrable.

 

Pero el futbol no es injusto y hasta en el último momento le dio. Si bien no 90 minutos, sí un rival de abolengo y acérrimo en el pasado: Chivas. El equipo más mexicano como trofeo para el último gran ídolo del futbol de los mexicanos, porque americanista empedernido, Blanco podía ser todo, menos ignorado. Sin el porte de galán de catálogo de Rafael Márquez o la cara de niño bonito de Chicharito, pero sí con el pasado tortuoso que tanto gusta al fanático nacional.

 

Ya lo decía Octavio Paz: “El mexicano puede doblarse, humillarse, agacharse, pero no rajarse. El rajado es de poco fiar” y Cuauhtémoc Blanco jamás se rajó. El Temo, si acaso, sólo dijo adiós y dejó al aficionado con una de esas depresiones de cuando algo le hará falta por siempre al corazón, y por supuesto a toda cancha de futbol.

 

           

Los equipos arrancaron con las siguientes alineaciones:

 

Puebla:    

  Fabián Villaseñor, Óscar Rojas, Michel Orozco; Facundo Elpen, Sergio Pérez, Francisco Torres, Luis Miguel Noriega, Flavio Santos, Alfonso Tamay, Gabriel Rey y Matías Alustiza.      

 

Chivas:

 

Antonio Rodríguez; Néstor Vidrio; Kristian Álvarez; Hedgardo Marín, Miguel Ponce, Fernando Arce, Patricio Araujo, David Toledo, Giovani Hernández, Aldo de Nigris y Érick Torres.