YEREVAN. Los presidentes de Rusia y Francia acudieron el viernes con otros mandatarios a una ceremonia que marcaba el centenario de la masacre de 1.5 millones de armenios a manos de turcos otomanos, un episodio que sigue provocando tensiones diplomáticas entre ambas partes.
La ceremonia anual del 24 de abril recuerda el día en el que unos 250 intelectuales armenios fueron capturados, en lo que se considera el primer paso de la masacre. Se estima que 1.5 millones de personas murieron en las ejecuciones, deportaciones y marchas forzosas iniciadas en 1915, cuando las autoridades otomanas temían que los cristianos armenios se pusieran del lado de Rusia, su enemiga en la Primera Guerra Mundial.
El episodio está ampliamente considerado por los historiadores como un genocidio. La Turquía moderna, heredera del Imperio Otomano, rechaza con contundencia ese término, afirma que la cifra de víctimas se ha exagerado y que los muertos fueron víctimas de una guerra civil y de la inestabilidad. En la víspera del centenario, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insistió en que los ancestros de su nación nunca cometieron genocidio.
El presidente ruso, Vladimir Putin; el presidente francés, François Hollande, y otros jefes de estado y dignatarios se reunieron el viernes por la mañana en el recinto monumental Tsitsernakaberd, en la capital armenia, Yerevan.
Cada mandatario caminó por el complejo con una rosa amarilla, que luego se colocó en el centro de una corona con forma de nomeolvides, una flor que se ha convertido en un símbolo de la conmemoración.
“Nunca olvidaremos la tragedia por la que pasó su pueblo”, afirmó Hollande.
En Francia reside una considerable comunidad armenia. Entre los armenios franceses que acudieron a Yerevan estaba el cantante Charles Aznavour, de 90 años, que nació en parís en una familia de sobrevivientes de la masacre.
Por su parte, Putin empleó su discurso para advertir sobre los peligros del nacionalismo, así como de la “rusofobia”, en un claro dardo para el gobierno pro occidental de Ucrania.
Turquía retiró este mes a sus embajadores en Viena y el Vaticano, después de que Austria y el papa Francisco describieran las muertes como genocidio. También el Parlamento europeo provocó el descontento de Ankara al aprobar una resolución no vinculante en memoria “del centenario del genocidio armenio”.
El presidente de Armenia, Serge Sarkisian, expresó su esperanza de que los últimos pasos para reconocer a masacre como genocidio ayuden a “disipar la oscuridad de 100 años de negación”.
Armenios y turcos tenían previsto marchar en la plaza principal de Estambul para recordar a los intelectuales armenios detenidos en la ciudad hace 100 años, y para insta al gobierno a que reconozca el genocidio. Un pequeño grupo nacionalista convocó una protesta contra las acusaciones de genocidio.
Sarkisian dio la bienvenida a la marcha en la plaza Taksim para rendir tributo a los muertos, indicando que los asistentes son “personas fuertes que hacen algo importante por su patria”.
El primer ministro turco. Ahmet Davutoglu, emitió un mensaje de condolencia esta semana a los descendientes de las víctimas, evitando el término genocidio.
GH