Uno de los negocios más florecientes en el país es el de otorgar préstamos personales. Por donde vaya en la Ciudad de México abundan las ofertas de pequeños préstamos con o sin garantías. Los postes y las casetas telefónicas son testigos mudos del florecimiento de este negocio, prácticamente en todos los rincones de la ciudad.
Pululan pequeñas oficinas escondidas en los edificios de la avenida Insurgentes, por citar alguna, sin letreros visibles pero que se delatan por la gran cantidad de personas de escasos recursos que están esperando su turno con documentos en la mano. Aparentemente nadie, ninguna autoridad los vigila o los regula. Sólo la necesidad de miles, de millones de mexicanos, que requieren la plata para sobrevivir aunque ésta les cueste una fortuna en intereses y comisiones. ¿Qué empresas son, bajo qué régimen legal operan y cuántas hay en el país? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Es la informalidad en el mundo del dinero.
Lo que sí sabemos es que las grandes cadenas comerciales que poseen un banco también han hecho de los pequeños préstamos personales un negocio floreciente. Al fin y al cabo la necesidad de la plata inmediata de millones de mexicanos pobres está allí y sigue creciendo. Y lo de millones no es una metáfora.
En un año (entre agosto de 2013 y agosto de 2014) bancos y empresas financieras reguladas por las autoridades otorgaron más de 6 millones 478 mil de estos préstamos personales; y más de la mitad fue por menos de 5 mil pesos con una tasa de interés promedio ligeramente superior al 60%; aunque, claro, el promedio esconde fuertes divergencias entre uno y otro prestamista. Estos pequeños créditos van desde 57% en Banco Azteca, hasta 103% en Financiera Ayudamos.
Las necesidades de complementar el gasto familiar o de pagar deudas a través de los préstamos personales ha ido en ascenso y es acaso un reflejo de la precaria situación económica de millones de hogares, particularmente de bajos ingresos.
En los dos últimos años este tipo de préstamos a través de negocios financieros regulados ha crecido al 13.3% anual real, según las cifras del Banco de México, y ya representa 20% del total del crédito al consumo. Un negocio que ha sido bien aprovechado particularmente por cadenas comerciales que poseen bancos como Elektra-Banco Azteca, Banco Famsa y Bancoppel. De hecho, 8 de cada 10 de estos préstamos fueron concedidos por Banco Azteca, Famsa y Compartamos.
La mayor competencia en este creciente mercado de préstamos personales en el sector formal algo ha ayudado a reducir las elevadas tasas de interés que se pagan por el riesgo que entrañan estos préstamos; aunque francamente la reforma financiera de poco ha servido para los millones de hogares que demandan estos préstamos chiquitos.
“¿Necesita dinero? Se lo damos de inmediato, desde $1,000 pesos” se lee en pequeñas papeletas desprendibles en una caseta telefónica de la Glorieta Insurgentes. A dos cuadras de allí, decenas de hombres y mujeres de vestimenta sencilla esperan obtener la tan ansiada plata… casi al precio que sea.
PEMEX, ¿CIFRAS CREÍBLES?
Ayer, el área de Comunicación Social de Pemex nos envió un correo electrónico en el que señala la precisión que hace el área de Finanzas de la petrolera a lo que escribimos ayer: “La inversión registrada en 2011 fue de 267 mil millones de pesos”. Y puntualizan que en las cifras que presentaron en enero “consideraron el tipo de cambio al cierre de ese año de 13.99 lo que da 19.1 miles de millones de dlls”.
Mientras que en la presentación de abril “consideraron, para fines de comparación”, el tipo de cambio histórico promedio entre 2011 y 2015 de 12.429”. Francamente la respuesta de Pemex nos preocupa aún más por la ligereza -por decir lo menos- con la que se hacen estos cálculos que se presentan en documentos públicos. Evidentemente, como dijimos ayer, las cifras presentadas no son confiables.