Como en política hay que interpretar hasta el movimiento de las hojas por ligeras brisas de aire, la boda del gobernador chiapaneco Manuel Velasco hizo un movimiento para las páginas de sociales pero los efectos se estacionaron en las secciones políticas y hasta en las columnas por los enigmas derivados.

 

Todos los que esperaban un despilfarro en esa boda se quedaron desorientados y no entendieron el mensaje político subyacente, como si la nota hubiera sido sólo la boda política por la fiesta. Pero la discreción en la ceremonia del enlace y el papel mesurado del obispo Felipe Arizmendi más bien decepcionó al respetable porque esperaban escándalo y se cebaron los obuses preparados, pues su homilía fue respetuosa e inteligente.

 

Sin embargo, la boda y la discreción tuvieron mensajes políticos que los analistas no entendieron y prefirieron voltear hacia otros temas: la boda discreta en San Cristóbal de las Casas se convirtió en una medida política para los hombres públicos que quieran usar desde ahora las bodas con artistas como una forma de adquirir popularidad.

 

Ahora esas bodas tendrán como punto de comparación la ceremonia del gobernador Velasco: sencillez, austeridad, discreción y cero política. En ese sentido, la boda religiosa de Velasco y la cantante Anahí bien pudiera ser considerada como el punto final del espectáculo político en los enlaces matrimoniales.

 

En San Cristobal de las Casa

 

El saldo del movimiento fue separar la política del espectáculo; a pesar de que su esposa Anahí provenía del ambiente artístico, el gobernador Velasco fue muy insistente en evitar que se sobreproyectara el espectáculo por encima de la política. Por eso el segundo mensaje fue evitar la fiesta y los dos dedicarse a trabajar en tareas de gobierno. Y sin duda que un tercer mensaje tendrá efectos inesperados: evitar que las bodas de los políticos y algunas de sus actividades sociales o de gobierno se hagan por interés o por compra de espacio publicitario en las revistas del corazón, sobre todo de la revista Hola! tan buscada como escaparate de figuras públicas ligadas a las tareas de gobierno.

 

El rasero político que puso el gobernador chiapaneco debió de haber sido leído en los niveles de hombres de gobierno donde debe de leerse. Y si los mensajes se entendieron, entonces la aportación institucional del gobernador Velasco habrá sido regresar las actividades privadas a los ámbitos de discreción privada y dejar que la política sea promovida más por espectáculo que por ideas o saldos institucionales.

 

La separación entre la política y el espectáculo era necesaria en un sistema republicano y laico. El laicismo no es lo contrario de religiosidad, sino la disociación de los ámbitos de competencia. Muchos políticos han utilizado las relaciones sentimentales con personas del mundo artístico como una forma de posicionamiento mediático, explotando los sentimientos populares de la sociedad. Y no han sido sólo bodas o noviazgos, sino la presencia de políticos en programas de televisión ajenos a la política, con el ánimo de congraciarse con un electorado que a veces cae en las trampas de la televisión.

 

Lo significativo fue el hecho de que el gobernador Velasco desde el principio fue claro en advertir que no habría espectáculo con su boda, pero la presión de los medios magnificó, por ejemplo, la limpieza del atrio de la catedral de San Cristóbal de las Casas y aventuró una boda muy al estilo de la realeza europea con cientos de invitados. Pero Velasco, con picardía, les comió el mandado y se casó a puertas cerradas sin avisar a los medios.

 

Falta ver si la clase política entendió los mensajes o si de todos modos seguirán explotando el mundo del espectáculo como una forma de suplir la falta de ideas, de discurso, de resultados o de carisma social, sobre todo porque algunos hombres del poder andan interesados en explotar noviazgos artísticos.