La recuperación de la economía está en marcha gracias al dinamismo del sector exportador, uno de los grandes beneficiados por el abaratamiento del peso y el encarecimiento del dólar. Este es el discurso de algunos analistas financieros, líderes empresariales y funcionarios de gobierno.

 

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Sin embargo ¿se puede hablar de una recuperación real con un mercado interno deprimido? En un contexto de recortes presupuestales forzados por el abrupto ajuste del precio del petróleo y por el nublado panorama financiero internacional es prácticamente utópico esperar inversión pública en infraestructura que, además de elevar la competitividad de México como país, ayuda a generar empleos.

 

Un escenario poco optimista el que impone actualmente el marco internacional. Pero ¿qué decir del escenario nacional en el que tanto funcionarios, servidores públicos y políticos en general hacen gala de despilfarro (y de ‘ejercicio creativo’ en el gasto) del erario?

 

Para muestra, una contienda electoral que costará a la ciudadanía casi 5.5 mil millones de pesos en un contexto en el que los partidos y sus candidatos no invierten un centavo en compra de espacios publicitarios en radio y televisión.

 

La sombra de la sospecha pareciera empujarnos a pensar que esos recursos en un buen porcentaje van a destinarse a ‘comprar votos’, en otras palabras a corromper voluntades. Sin eufemismos: a fortalecer la corrupción alimentada por el sistema político nacional.

 

En un escenario en la que el ‘ejercicio creativo’ del gasto público hace que las arcas del erario no alcance para nada en términos de servicios de calidad y desarrollo de infraestructura, pareciera que los políticos hacen todo para debilitar al máximo la cultura de la legalidad y, por ende, resquebrajar lo que queda de Estado de derecho en México.

 

Dicen que cada país tiene el gobierno que se merece, yo creo que es el que mejor los representa: Un pueblo educado, solidario, exigente y honesto cuenta con líderes emanados de una sociedad cimentada en esos valores. Cuando los ciudadanos de un país leen en promedio medio libro al año por persona, la mayoría carece de civismo, fomenta la ‘mordida’, es personalista y no exige cuentas… usted trate de adivinar a qué clase de liderazgo aspira.

 

México no tiene de otra: O eleva su competitividad, fortalece su Estado de derecho y hace de la cultura de la legalidad una asignatura clave dentro de su política educativa, o estará condenado un desquiciamiento social muy severo derivado de la injusticia y la desigualdad social en unos cuantos años.

 

Sin duda el sector exportador es una turbina de desarrollo económico muy poderosa, pero basar el discurso en el buen desempeño de este sector para lanzar un mensaje relativamente optimista en torno al repunte de la economía mexicana, es tan falaz como aquellos discursos triunfalistas cimentados en la favorable coyuntura petrolera de los políticos de los años 70.

 

No podemos estar como país anclados a la dependencia de un sector ni a la pobre relación comercial con el mundo.

 

Los políticos, desgraciadamente, en mucho han sido, son y serán los arquitectos del futuro económico de México. Se avecinan las elecciones y la propaganda (comunicación para promover una plataforma política o propuestas concretas de gobierno) se usa para señal y descalificar al contrincante.

 

Con spots tan patéticos, debemos concluir que tenemos candidatos patéticos abanderados por partidos patéticos. Si los gobernantes emanan de un sistema así de patético, aspiraremos a más liderazgos patéticos. Así ¿Cómo cree usted que será visto México por los ojos del mundo? Sí, acertó.