Desde las esferas oficiales se sigue insistiendo en la tesis de que la economía marcha bien a pesar de un entorno económico internacional adverso. Pero incluso la insistencia va más allá. Se pregona la idea de que no hay de qué preocuparse por la economía, porque lo hecho por el gobierno hasta ahora en materia de política económica ofrece garantías suficientes como para enfrentar cualquier contingencia futura.
Por ejemplo ayer el reporte semanal de la vocería de la secretaría de Hacienda concluía que anticipa un buen desempeño económico para el resto del año apoyado “en la solidez de las finanzas públicas y la implementación del ajuste preventivo del gasto para este 2015”. Estos augurios oficiales se retomaron con gran despliegue en algunos medios digitales sin digestión analítica alguna y, muy probablemente, hoy se publiquen en otros medios más, tal cual.
Por cierto, ya el secretario de Hacienda ha insistido recientemente en diversos foros acerca de las bondades casi milagrosas sobre la mejora en la calidad del gasto público que producirá el ejercicio presupuestal “base cero” que ha propuesto para el próximo año. Con la aplicación de este ejercicio presupuestal por los funcionarios de Hacienda, se da por descontado que se dará un vuelco significativo al tan criticado gasto público, tanto en su tamaño como en su eficiencia, eficacia, e incluso en su transparencia. E incluso de ello se derivaría –como lo parece apuntar el reporte semanal de la vocería para este año- un mayor crecimiento de la economía. Así que por lo visto Hacienda tiene en el presupuesto base cero la varita mágica para refundar el gasto público y, de paso, acelerar el crecimiento económico hacia el futuro.
Incluso el propio gobernador del Banco de México ha abonado a esta campaña de que no hay motivo de preocupación alguna por el futuro de la economía con todo y volatilidades financieras internacionales dado que México se ha preparado para ello y tiene un arsenal de 270 mil millones de dólares, entre reservas y línea de crédito extendida por el FMI, para enfrentar cualquier contingencia; según les dijo a los senadores hace un par de semanas.
Así que desde la óptica oficial la economía marcha bien y no hay motivo de preocupación alguna por lo que viene. Un mensaje casi de campaña electoral que algunos medios han reproducido sin mediar contextualización ni contraste alguno; salvo por el señalamiento crítico de ciertos analistas independientes y por los reportes de algunos centros del sector privado que no han dejado de insistir en los mediocres resultados que han arrojado las decisiones de política económica en estos dos años y medio de gobierno.
El hecho es que variables económicas clave como la inversión, el crecimiento y el empleo siguen fuertemente rezagadas en el país. La inversión total sigue estancada alrededor del 21% del PIB, apenas un punto y medio porcentual por arriba del promedio de los últimos 30 años. El crecimiento económico ha sido decepcionante en estos últimos dos años con 1.4% en 2013 y 2.1% en 2014; mientras que la economía sigue siendo incapaz de generar siquiera la mitad de los nuevos empleos formales que requieren los jóvenes que buscan incorporarse al mercado laboral. Y ya ni hablemos de la calidad de los pocos empleos que se generan y que en los últimos años han precarizado los ingresos de buena parte de la población manteniendo los elevados porcentajes de pobreza.
Así que por los resultados recientes y de los últimos años la economía sigue siendo motivo de preocupación con todo y la estabilidad macroeconómica que tanto se repite desde los ámbitos oficiales, particularmente en estos días de campañas electorales. Y es que se requiere mucho más que promesas y campañas de confianza de los políticos en turno para salir de este peligroso atolladero.