Entre 1990 y 1992 se puso de moda ser banquero en México. Además de un negocio rentable y con un enorme atractivo empresarial, los hombres del dinero eran seducidos por el estatus social que les daba la etiqueta de ser ‘banquero’. Pero no fue la única en el sector financiero.
Ya en este siglo, entre 2003 y 2007, la moda se trasladó a la banca hipotecaria con el ‘boom’ de la vivienda con el gobierno de Vicente Fox. Ser dueño de una Sofom o Sofol hipotecaria era estar “en el negocio” correcto y algunos hicieron mucho dinero con ello.
También en estos últimos años regresó la moda de convertirse en banquero. Las autoridades financieras han otorgado autorizaciones para operar bancos a diestra y siniestra y ya suman 45 los bancos que operan en el país y la fila -créame- aún no termina.
Incluso la moda en el sector financiero llegó al sector popular, allí donde la banca no se atreve. Lo de hoy es (más bien, era) tener una microfinanciera. Pocos sabían de lo que se trataba, ni siquiera tenían claro qué plan de negocios se requería para iniciar una; pero eso de captar barato y dar crédito a precios elevadísimos, con grandes márgenes, sonaba interesante… hasta que el caso Ficrea empañó la moda mediática de tener una Sofipo, ese extraño acrónimo que sintetiza a una sociedad financiera popular.
Todas estas modas en el sector financiero han terminado de un golpe. Una crisis las reventó una vez que se prostituyó el modelo que las sostenía.
Así que en el mundo de las sofipos, Ficrea difícilmente será el único caso. Aquí, el 19 de febrero pasado (“Financieras bajo escrutinio”) comentamos el caso de Alta Servicios Financieros, una sofipo que anuncia sus productos en periódicos del país ofreciendo tasas de 10% para inversiones de 50 mil pesos (por cierto, últimamente han moderado esos ofrecimiento); es decir, un rendimiento cuatro veces mayor que el ofrecido por cualquier banco. Muy atractivo.
¿Cómo le hace? ¡Fácil! Ofrece créditos a tasas que van del 89% al 114%, según el monto y el plazo del crédito. Prestan desde 2 hasta 60 mil pesos y los plazos pueden ir de 16 a 52 semanas. Así que el negocio parece redondo porque su cartera de créditos vencidos llega a sólo 4.3% de la cartera total de créditos de 158 millones de pesos que reportó en 2014.
El negocio se ve cuando informa que en 2014 su margen financiero fue de 129 millones de pesos y, ya descontando comisiones y tarifas, la operación de la sofipo les dio más de 100 millones de pesos.
Sin embargo, los focos amarillos se encienden cuando se advierte que Alta Servicios Financieros, que pertenece a Grupo Alta, tuvo gastos de administración por 112 millones de pesos, por lo tanto tuvo pérdidas operativas, mientras que su nivel de capitalización es sumamente débil.
Pero más allá del balance, habrá que ver si el negocio está fuera del balance. Habrá que ver si la sofipo, que preside Salvador Abascal Álvarez y dirige Enrique Amara Álvarez, incurre o no en prácticas al margen de la ley con negocios relacionados, particularmente con Automatización de Servicios Productivos (ASP), una empresa de telecomunicaciones, pero que también opera tiendas de conveniencia. Por eso no es extraño que a los clientes de Alta Servicios Financieros también se les ofrezcan servicios de telefonía, entre otros; y es que también aparece otra empresa bajo las siglas CI.
De hecho, en el propio dictamen financiero de 2014, la firma NSC Consultores Asociados se niega a dar una opinión sobre los estados financieros de 2014 de Alta Servicios Financieros porque advierte de millonarias transferencias de efectivo de la sofipo a una de sus filiales, de las que se desconoce si los inversionistas dieron su consentimiento; así como compras de 38 sucursales por montos millonarios no aclarados.
En fin. Suponemos que las autoridades de la CNBV ya están en el asunto de Alta, antes que haya otra desagradable sorpresa al estilo Ficrea.