Se ha dicho hasta la saciedad desde hace cinco décadas, pero la realidad es que el tan ansiado despegue de la industria turística mexicana, con todo el potencial que tiene, no ha llegado. No, como para colocar a México en la élite del turismo mundial.
Déjeme poner este asunto en perspectiva. En estos días varios centenares de líderes de toda la región se están reuniendo en la Riviera Maya convocados por el Foro Económico Mundial para América Latina, en el que uno de los temas inevitables en un lugar como ése, es precisamente el potencial de la industria turística y cómo puede ser aprovechado.
No cabe la menor duda que la reunión es una buena oportunidad para que los funcionarios del gobierno, particularmente los de la Secretaría de Turismo, muestren los avances del país en la materia y promuevan el potencial de México ante los cientos de empresarios que allí se reúnen.
Se dirá que el avance en la industria turística se refleja en los más de 16 mil millones de dólares que ingresaron al país producto de la llegada de 29 millones de turistas extranjeros el año pasado, incluyendo a los turistas fronterizos. Y claro que son cifras que reflejan avances en el sector.
Las preguntas que habrán que plantearse es si estos crecimientos son sostenibles en el tiempo y qué es lo que está jugando en contra del dinamismo futuro del sector turismo en México.
Precisamente el propio Foro Económico Mundial acaba de publicar su Reporte sobre la Competitividad del Turismo 2015 en el que analiza 14 áreas relativas a la industria turística de cada uno de los 141 países seleccionados. Es, por decirlo gráficamente, una fotografía del estado de la competencia turística en el mundo en este momento.
En este reporte se califica a México con 4.4 de una máxima de 7, lo que coloca al país en materia de turismo en la posición 30 de 141 países. Digamos que es una calificación de ‘regular’ a ‘buena’ tomando en cuenta que España –el país mejor calificado- obtuvo 5.31, un equivalente a ‘muy buena’.
Pero ¿por qué México no tiene una mejor calificación? Observando el Reporte del Foro Económico Mundial la respuesta parece sencilla: El gran freno se llama ‘instituciones y políticas públicas’. Es decir, son las decisiones del gobierno y las instituciones públicas lo que está frenando la tan anhelada explosión turística del país.
Veamos algunos datos concretos: En cuestión de recursos naturales y culturales México califica con 5 y se coloca en el noveno lugar mundial; su mejor posición que es la que atrae a millones de turistas de todo el mundo.
Sin embargo en materia de infraestructura (transporte aéreo, portuario y terrestre, así como de servicios turísticos) hay problemas importantes, por lo que la calificación es ‘regular’ con tendencia a ‘mala’ con un 3.8 que lo coloca en el lugar 56 del mundo.
Pero es en las políticas donde México pierde competitividad. En aquellas relacionadas con el turismo -como sustentabilidad del medio ambiente, precios competitivos, facilidades y apertura para el viajero, y la promoción y organización del gobierno para el fomento del turismo- se encuentra en el lugar 60.
Mientras que en las políticas que crean un entorno propicio para el desarrollo del turismo –como buena calidad del agua, sanidad para la salud y atención médica, capacitación de recursos humanos y mercado laboral, seguridad para el turista contra riesgos graves, desarrollo y uso de infraestructuras de las tecnologías de la información, y un entorno favorable con políticas propicias para hacer negocios- México se coloca en el lugar 87.
Particularmente en las políticas de sustentabilidad ambiental (lugar 126) y seguridad para el turista (124) el país está a la zaga entre la multitud de competidores.
Allí, en las políticas, en las instituciones y en la infraestructura, están los diques que contienen la explosión del turismo a pesar del crecimiento que se ha visto en el corto plazo. Por eso nos preguntamos si acaso el turismo ‘duerme con el enemigo’.