El pabellón de la Ciudad de México se consolidó como uno de los más atractivos de la 41 Feria Internacional del Libro (FIL) de Buenos Aires con acogedores espacios, su propuesta gastronómica y un sorpresivo sistema de préstamo de libros.
En la recta final de uno de los eventos culturales más importantes de Sudamérica, la publicidad de boca en boca que tuvo el stand mexicano logró que en las decenas de actividades realizadas desde que se inauguró la Feria, el pasado 23 de abril, siempre hubiera público.
“Ciudad de México, ciudad de ciudades”, fue el lema elegido por la Secretaría de Cultura del gobierno capitalino que quedó estampado en los coloridos carteles que invitan a ingresar a un espacio que cuenta con cuatro entradas.
El stand también identifica a la capital mexicana como invitada de honor de una feria que culminará el próximo lunes y que todas las tardes, desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche, siempre estuvo colmada de familias, estudiantes, grupos de amigos o lectores solitarios.
Las paredes del pabellón, fácilmente identificable con su techo de papel picado color rosa mexicano, están formadas por cajas de cartón en las que se dibujaron los rostros de íconos de la literatura mexicana como Rosario Castellanos, Elena Garro, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco.
Debajo de esas imágenes, se colocó una muestra de libros mexicanos que la gente puede hojear e incluso llevarse prestados durante cinco días, sin mayores trámites.
La confianza de este sistema ha sorprendido a los lectores, ya que primero preguntan si algún libro está a la venta, y cuando descubren que no, pero que lo pueden leer en su casa con el compromiso verbal de devolverlo, se admiran.
“Nadie hace eso, en ningún otro stand te van a prestar un libro, si lo único que quieren es vender; esto es como un acuerdo de palabra entre buena gente, es muy interesante la propuesta”, consideró un estudiante de letras de la Universidad de Buenos Aires que se llevó un libro de Juan Villoro, autor mexicano al que quería conocer.
Gracias a este mecanismo, el programa Libro Club de la Ciudad de México logró adherir durante las últimas dos semanas a 186 nuevos socios en Buenos Aires, aunque se espera que rebase la barrera de 200 una vez que la Feria culmine, el próximo lunes.
Como el stand tiene cuatro entradas, el público se acerca, transita los pasillos, mira los libros, o se sienta para conocer y escuchar a autores como Margo Glantz, Carla Faesler, Álvaro Enrigue, Carmen Boullosa, Fabio Morábito o Gonzalo Celorio, que son algunos de los 70 escritores mexicanos que fueron invitados a la capital argentina.
Desde que comenzó la Feria, el público ha participado en conferencias sobre la literatura en la Ciudad de México, mesas de debate en torno a editoriales independientes, poesía o fotografía, homenajes a Paz y Monsiváis, y múltiples presentaciones de libros.
La gente también aprovecha que el restaurante “María Félix” colocó una barra en la que se pueden comprar tortas de jamón, wraps de verduras, nachos con queso, cervezas y margaritas.
Una vez que adquieren su comida y bebida, los visitantes se acomodan en los sillones de cuero o en las sillas de metal del pabellón para seguir conociendo aspectos de la rica cultura literaria mexicana. DEC