A Most Violent Year (Dir. J.C. Chandor)
En A Most Violent Year, el tercer largometraje del talentoso J.C. Chandor (magnífica Margin Call, 2011, y la estupenda All is Lost, 2013), la atmósfera lo domina todo: desde el vestuario que nos anuncia el inicio de la década de los ochenta (esa gabardina amarilla, esos vestidos con cinturón ancho), aquel horizonte de una Nueva York gris, humeante y grafiteada, la radio de fondo que reporta diariamente el alza en robos, asesinatos y violaciones, hasta el insistente tono ocre que permea la fotografía de Bradford Young: un constante atardecer que advierte la llegada, impostergable, de la obscuridad absoluta.
Con ese telón de fondo es que conocemos a Abel Morales (gran actuación de Oscar Issac), joven empresario y migrante latino que justo está por cerrar un trato (la compra de un terreno con ubicación privilegiada) que podría convertir su pujante empresa (de aceites y combustibles) en un pequeño imperio. Por supuesto la cosa no será sencilla, la competencia en esa industria es brutal, las compañías se dividen a la Gran Manzana por territorios y, cual mafiosos, cuidan que nadie se meta con el feudo del otro.
Por supuesto, comienzan las hostilidades, los camiones que transportan el combustible de la empresa de Abel son secuestrados y sus choferes salvajemente golpeados. No obstante Abel quiere hacer las cosas bien, no busca enfrascarse en una guerra, no quiere dar pistolas a sus choferes, prefiere acudir a las autoridades, quienes lo reciben con una sorpresa: una investigación a su empresa bajo sospecha de fraude.
Abel es una rara avis de este ecosistema salvaje: tiene una enorme casa, un par de hijos, una hermosa esposa (imponente Jessica Chastain), pero presume que nada de ello es producto de algún ilícito. Abel sería la prueba fehaciente de que la conocida frase “detrás de cada fortuna hay un crimen” no necesariamente es cierta… ¿o sí?
Y es que su esposa es la otra cara de la moneda. Anna (Jessica Chastain), la femme fatale de este cuento noir, hija de gángsters, está dispuesta a todo por sacar su negocio adelante y proteger a sus hijos de las amenazas de sus competidores aunque ello merezca, incluso, ocultar celosamente la información financiera de la empresa antes que llegue la policía o reprochar al fiscal del distrito por la absoluta “descortesía” al iniciar sus pesquisas. Anna no tiene dudas, disparará el gatillo de ser necesario.
Así, esta es la crónica de un tiburón llamado Abel (la referencia bíblica en su nombre no es arbitraria) que no cree necesario usar sus afilados dientes para morder, aunque, ¿no será más bien que esa dentadura (que es su esposa) ya ha hincado el colmillo más de una vez?
Con ambientes que nos recuerdan al cine de Lumet, los temas de un Godfather (Coppola, 1972) y ciertos visos a The Sopranos, J.C. Chandor hace de su tercer filme una especie de elegante mezcla de sus dos cintas anteriores: un hombre que lucha en medio de la tormenta en un ambiente financiero, aunque con tintes gangsteriles y de cine noir.
Abel es un personaje que se vuelve enigmático: educado pero arrogante, inteligente pero ingenuo, siempre calmado frente a la crisis que se aproxima, atormentado en su código moral que uno termina preguntándose si acaso no es más que una forma de gran autoengaño ante las demandas de su trabajo: una industria que pide matar o morir.
Duele decirlo, pero esta historia y estos personajes merecían más que 125 minutos de metraje, la pantalla grande no les es suficiente; he aquí una buena película con material suficiente para convertirse en una gran serie de televisión.
A Most Violent Year (Dir. J.C. Chandor)
3.5 de 5 estrellas.